martes, 18 de noviembre de 2014

SERÉ MI AMIGO

SERÉ MI AMIGO
Se levantó y fue hasta el espejo desmodorrándose y allí de frente a él se desnudo y observó fijamente la huella de los años. Desde la posición en la que sus brazos colgaban a ambos lados del tronco como ramas desgajadas los fue alzando describiendo el más amplio círculo que pudo y saludo al sol que ya se retrataba como el joven aquel en la superficie del espejo que había encontrado en la laguna.

 Comenzó el recitar de mantras con los que azotaba y expulsaba a sus demonios, mientras convocaba integrando las partes de su yo desperdigadas, a ese nuevo ser que le dio por adquirir, por aceptar y con quien había decidido hoy reconciliarse.

Y se escuchó tronante como el sermón de la montaña pero con voz alegre y entusiasta:

Hágase en mi los que los años quieran o lo que está predestinado a ser pero que nunca lo llaméis despojos.

Que sean bienvenidos mis despreciados y escondidos defectos que por tantos años han  caminado a mi vera agazapados.

Fuera de mi vista, de mi determinación y mis propósitos: mi afán de perfección, de aceptación y de reconocimiento. Y los fue desparramando por el vertedero.

¡Arre! ¡Fuera! Váyase al carajo y de por vida: Mi afán de mejorar y de cambiar y de volverme santo, más digno que los demás, más bello e importante.

Vengan a mí, tomados de la mano: Todos ustedes mis errores, mi falta de tino y discreción, mis desaciertos. Los ridículos en que me sorprendí y en los que me sorprendieron.

Que vuelvan a maquillarme mis ruborizadas y a palidecer en mí: Mis sustos, mis temores junto con mis miedos y mis cobardías.

Yo no soy nada, ni nadie sin ustedes mis defectos. Ustedes me determinan, me definen. Están pegados a mi ADN, son mi carné de identidad. Ustedes conforman e integran mi ropero, el cofre de mis opacas joyas, mis alhajas y yo sin ellas estaré desnudo o aun peor que eso, seré irreconocible.

Y ya que nos vamos reuniendo, no dejemos atrás mis tartamudeos, ni a mi falta de estilo y elegancia. Esperemos a que nos alcance mi cojera. Ya le fabriqué un bastón para que no caiga en el camino.

Que se acerquen con la cara limpia mis mohines, mis tics, todas mis mañas. Si, también las groseras, las desagradables, si, ustedes todas que hasta hoy fueron rechazadas. Ahora entrarán conmigo a los convites y si no es así, pues no entraremos.

Saludaré de hoy en adelante sin melindres. Con mi voz destemplada, chillona y carrasposa, esa es la mía, no es la de Placido Domingo. No dejaré de contar mis chistes preferidos, ni de referir las anécdotas que a mí me encantan. El que ya las haya oído que no escuche y el que las quiera repetir que esté a m i lado.

Y así, de esa manera siguió cantando destemplado, a voz en cuello, entusiasmado, chillón y desacompasado. Se carcajeaba, bailaba y bendecía este día en que por fin se encontró consigo mismo y yo mismo lo vi entrar al bosque y allí encontrar su paraíso.


León M.N. Nov. 17 de 2014.

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