ES MALO AUTOMEDICARSE.
Eran como las dos y
media de la tarde cuando tocaron a la puerta.
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Toña,
le gritó Berenice, a la sirvienta. Vaya
mire a ver quién llegó.
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Es
Misiá Josefina y Doña Oliva…
-
Qui´ubo,
pues queridas, cómo les va. Caminen éntrense.
-
Qué
pena a estas horas y nosotras disque haciendo visita.
-
Síganse
nos tomamos un tintico, que Aquel acaba de irse y no hay quien nos moleste.
-
Ay
no mija, dijo josefina, - yo saliendo de una gripa que me dio, pero casi me
mata. Era una sonsera todo el día, una moquiadera y una tos, que mi dios
bendito.
-
A
mí, fue como la semana pasada. Me cogió de atrás para adelante y si no hubiera
sido por unas bebidas que me dio Amantina la vecina mía, me muero.
Las Tres amigas no
acababan de entrar a la sala, pero ya estaban enganchadas en una conversa,
donde no cabía ni una aguja.
-
¿Y
qué bebida fue la que tomaste vos?
-
Fue
una infusión de flores se Sauco con miel de abejas y limón. Hice tres tomas de
esa bebida, bien calientes y fue como con la mano…
-
No
fregués, es que los remedios naturales, son mejores que tanto químico que están
recetando hoy día los Doctores, dijo Oliva.
La dueña de casa
terció, diciendo: A mí como no me faltan en el solar: que la yerbabuena, que el
cilantro de sabana, que el hinojo, la salvia, la rascadera, el poleo, el yantén,
la rosa amarilla, el caracucho, el quinopodio, la manzanilla. Y en la despensa
el bicarbonato, los clavos de olor, la canela, el palo santo, los bizcochitos
se San Nicolás. Y en el Botiquín, el alcohol, el mercurio cromo, el mejoral, la
sal de frutas, la Sal Inglesa, el lilimento, la emulsión de Scott, el mentolín,
el alcanfor, la pomada yodes, la pomada Peña, la crema cero y el aceite de
higuerilla, el aceite cristal, yodo, calcio, polen, y el incienso.
Y en el nochero el
agua bendita de la Virgen de Fátima, la camandula y la novena de la virgen del
Carmen.
-
Mejor
dicho, dijo Josefina, a vos, con ese arsenal, no te entra ni la guerrilla.
-
Ni
los años, dijo Oliva. Mirá como está de pispa y de joven esta Berenice. ¿No te
parece?
No mija, es que con
ese marido que tiene, cualquiera se rejuvenece. Se parece a mí, con ese
zángano, que no sabe sino tomar, trasnochar y mujeriar.
-
¿Sabes
qué es muy bueno para que los hombres aborrezcan la bebida?
-
Qué
será mija, contá, contá.
Josefina se arrellenó
en la poltrona dispuesta a pontificar sobre el alcoholismo y las otras dos se
sentaron en el bordecito de las butacas para estar más cerca y poder escuchar
mejor, sin que se les fuera a perder nada de la receta.
-
Ve
querida, vos te comprás una mediesita de aguardiente y le diluís una ramita de
quinopodio, unas cinco goticas de árnica y dos chorritos de agua bendita
Cuando el hombre llegue a la casa con sus traguitos entre pecho y espalda, le
decís: Amorcito, quiero que le des el visto bueno a un cóctel que me enseñó a
hacer Josefina. Y le servís una copita del brebaje con jugo de naranja. Si le gusta
le seguís dando, cada que llegue traguiado. Si no le gusta le cambias de jugo,
hoy de limón, mañana de mora, luego de curuba
y así hasta que se tome toda la botella. Con ese remedio los tragos le
comienzan a caer tan mal, que él mismo por su propia cuenta comienza a dejarlo y hasta te vuelve a misa y
al rosario.
La visita no paró
allí, cada una sacó su lista de recetas y hasta pidieron papel y lápiz para
copiar las buenas para los barros de los piernipeludos, que les pone esa piel
tan fea.
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Para
eso lo que se está usando es una cucharada de miel de abejas en ayunas, con una
puntica de cucharita tintera de polvo de azufre.
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¿Y
qué será bueno para el hipo?
-
¿Y
para la tortícolis?
-
¿Y
para las almorranas?
¿Y para qué es que es
buenos el Romero, la limonaria, el ajo, la penca sábila, la espirulina, el boldo,
el anís, la cola de caballo, el casco de vaca, el limón, la naranja agria, el tomillo, los cogollos de aguacate, la clorofila,
la linaza, el toronjil, el ruibarbo, la lengua de vaca, la uña de gato, el marrubio,
la sanguinaria, el árnica, el cardamomo, el vinagre de cidra y la mora de zapo…?
-
¿Cómo
así?, ¿es que ya se van? ¿tan lijero? Vuelvan pues, pero sin afanes.
-
Gracias,
querida.
-
Se
me fue la tarde ligerito, ligerito.
-
Cuídense
mucho y me contás cuando se te alivie el borrachito.
León M.N. febrero de
2013.