martes, 30 de julio de 2013

APÁTRIDA.

Se fue la magia.
Ese vibrar titilante que casi siempre tiene mi paisaje.
Esas como hondas que recorren lo que miro.
Que hacen del firmamento un lago colorido.
Eso se fue hoy, o se ha escondido.

Las sombras de los montes y jardines
Para mí pobladas de luciérnagas
Hoy no son la casa del misterio y del encantamiento.
Son oquedad, cuencas vacías,
Cubiertas de polvo de carbón ya frío.

El brillo de las palabras que resonaba mi lugar.
Las que oía al pasar,
Sin prestar atención a su sentido.
Era como música raizal, de acento conocido.
O lo que llaman: denominación de origen.

No encuentro consonancia.
No advierto resonancia.
Sólo un badajo sordo golpea la campana.
Y en un aire pesado como greda
Se engullen disonancias.

La atmósfera abrigante,
Ese aroma envolvente
Que tienen los patios conocidos
Que debe estar presente para extrañarnos,
Para no sentirnos forasteros,

El misterio, el duende, el hado.
La vecindad, el paisanaje, el compadrazgo.
Hoy al asomarme a la ventana
Me he percatado que se ha perdido.
Y sin saber cómo fue, me sentí sin gentilicio.


León M. N. julio de 2013.


lunes, 29 de julio de 2013

MARCANDO TERRITORIO

MARCANDO TERRITORIO

Tal como grabe las iniciales
En la tapa del pupitre de la escuela.

Igual que con  la navaja
En medio de un  corazón
Nuestros nombres
En la corteza del naranjo.

También un bajorrelieve
Tallado con mi puñaleta
En los adobes del puente
Donde nos besamos.

Con una concha arrojada por el mar
Escribí tu nombre que lamió la espuma.

Hoy esculpen mis ojos
Tu silueta en el acantilado.

Y la caligrafía de un pincel
Que escribe en nubes
Compone este poema
Que galopa sobre el viento.

En cada pétalo de flor
Imprimiré tu nombre subrayado
Y con viñetas de perfume.

Y en el pergamino agujereado de la luna
Se encontrará tu mirada con la mía.

León M.N. julio de 2013.



domingo, 28 de julio de 2013

Y ASÍ SON TODOS SUS DÍAS

Y ASÍ SON TODOS SUS DÍAS
Deja entrar la briza fresca por las ventanas.
En las cortinas de velo aleteo como de mariposas.
Llena la casa el borbotear del aroma del café.
Es música dulce su presencia... y:
Shhhhhhhh, shhhhhhhh, shh, shhh, shhhhhhhh,
Danza la escoba que barre los rincones.
Timbre de porcelana
Y canta en el grifo el agua que lava la vajilla.
Va, bien y va, torna y retorna.
Distribuye las flores en el jarro,
Cuidadosa riega las macetas,
Busca y se alegra cuando ve renuevos,
Endereza en las paredes los retratos
Y sobre las mesitas los portarretratos,
Los cofrecitos sobre las carpetas bordadas.
Da nueva vida a los cojines magullados
Y acaricia los mullidos asientos, las almohadas…
Con el plumero sacude en cada objeto los recuerdos.
Extiende en los alambres y al sol:
Mis pantalones, las camisas, blusas, sábanas…
Mas tarde y antes de doblaras, las huele.
Pasa la plancha mientras ve la tele.
Es maga cuanto está frente a la estufa:
Mezcla olores, sabores, condimentos
Y brotan deliciosas golosinas.
Verifica que nada falte en la despensa
Y menos aun en el pequeño botiquín.
Y al terminar, marca los números preferidos
Y da saludos, pregunta por la salud de los amigos,
Lee y contesta los mensajes.
Una siesta huyendo del sol tras la cortina.
Y se le alargan las horas cuando espera los regresos.
Y se alegran sus ojos cuando al fin regresan.
Así es Mariana,
La que vive conmigo desde hace años.


León M.N. julio de 2013.

viernes, 26 de julio de 2013

DE LA MANO

DE MANO DE LA TARDE

La tarde y yo avanzamos
Por un camino en tierra
Que sube la colina
Bordeado de maizales
Que peina un viento tibio
Venido de muy lejos
Y al pasar acaricia
Cual su fuera inquietante
Perfume de mujer.

La tarde asciende lento.
Se pinta de dorado.
Sumerge un sol bruñido
En la laguna de ámbar.
Se perfuma de miel en la colmena.
Es vuelo de libélula
Segura de regresar.

Yo quiero retrasarme
Pues gozo mi camino.
Mirar la luz difusa
Que borra los detalles,
Que no produce sombras,
Ni hiere con destellos
Que es plácido y complaciente
Presagio de la luna
Que pronto llegará.

La tarde avanza firme
Y es noche con estrellas,
Es bella madrugada,
Mañana y mil días más.

Yo quiero retrasarme,
Mirar desde la tarde
Los valles, las montañas
Sin importar que el tiempo
Me borre los recuerdos.
Yo quiero retrasarme,
No sé si volveré.


León M.N. julio de 2013.

miércoles, 24 de julio de 2013

BUSCANDO LA CAMIONETA GRIS

BUSCANDO LA CAMIONETA GRIS

En el cuarto de Papá, Carlos, Mi amor y Mamá, Amalia, Mi vida, ya estaba la luz prendida.
Seguí fingiendo dormir sobre mi tapete calientito al lado de la cama de Enrique y esperé que Mamá, Amalia, Mi vida viniera a despertarlo, apurándolo para ir al colegio.
Cuando Enrique entró al baño fui a saludar a Mi Amor y a Mi Vida. Ellos como todas las mañanas me acariciaron la cabeza y yo agradecido los seguí.
Poco más tarde, Amalia llamó a Mi Amor para que desayunara.
Él no llevaba saco, ni corbata.
Será que ya es día de ir a la finca, me pregunté, y muy contento lo acompañé al comedor y esperé que desayunara,… al baño donde se lavó la boca,… lo seguí a la cocina a despedirse de Mamá y después al garaje.
Abrió la puerta hacia la calle, se subió a la camioneta y la encendió.
No me abrió la puerta de atrás para que me subiera.
Me acerqué a su ventanilla para que recordara abrirme, y él sin mirarme arrancó.
Lo seguí al andén esperando que allí recordara que iríamos juntos a la finca como todos los sábados. No me miró. Tomó el control, cerró la puerta del garaje y arrancó.
Le llamé fuerte y corrí tras la camioneta hasta la esquina, seguro de que allí terminaría la broma y me abriría la portezuela, para que subiera al carro.
Pero no, frenó un poco por precaución de no ir a chocar con otro carro y luego, al tomar la avenida, aceleró.
Le grité lo más fuerte que pude y emprendí carrera tras la camioneta, seguro de que pronto lo alcanzaría. Sabía que si miraba por el retrovisor y al no verme sentado atrás, recordaría que me había dejado.
Seguí corriendo a toda velocidad sin desprender mi vista de la camioneta. Esquivé  a otros carros que pasaban junto a mí. Los buses, los taxis, las volquetas me pitaban insistentemente como para asustarme. Yo no les hice caso pues no quería perder de vista la camioneta gris de papá.
Había llovido la noche anterior y los carros que pasaban a mi lado o los que yo adelantaba, me salpican con agua pantanosa. No me importó, corrí y corrí como cuando en la finca perseguía liebres.
No supe cómo, ni cuál fue el momento en que no vi más la camioneta gris de Mi Amor, pero seguí corriendo aun más, para darle alcance.
Al mirar a los lados de la avenida buscando ver la camioneta, vi que mucha gente me miraba, unos  tapándose la cara, otros me gritaban. Algunos carros se orillaban, otros frenaban a mi paso, pero yo seguí corriendo.
Al rato me sentí muy cansado y quise  buscar agua para beber, pues de otra forma no podría seguir tras de la camioneta de Carlos.
Antes de que me subiera al andén para buscar agua, sentí que un carro hizo chirriar sus frenos muy cerca de mí. Por poco me atropella y el chofer me grito una sarta de insultos.
Asustado me escondí tras los arboles de un parque. Esperé un poco, me tranquilicé y luego escuché el agua de una fuente y fui hasta allí para saciarme.
Me acosté sobre la grama fresca lo que para mí debió ser un momento; pero sin duda no fue así pues cuando desperté ya estaba anocheciendo. Se estaban encendiendo las luces en los postes del parque y en las de las ventanas de los edificio vecinos.
Caminé un poco, me sacudí las hierbas secas que tenía adheridas, hice memoria de lo que había ocurrido. Fui hasta la avenida para buscar mi camioneta gris, pero las luces de los carros me impedían ver sus colores y también sus formas.
Percibí muchos olores; tantos que me sentí mareado. Reconocí el de los carros, algunos perfumes conocidos de flores y sobre todo en las esquinas y en los rincones de las calles, algunos olores inquietantes.
Seguí caminando. Miraba a las personas que pasaban en todas direcciones. Casi todas me eludían. Yo eludí a sus mascotas, aunque de lejos les interrogaba sus posibles intensiones.
Más tarde, en unas bolsas dejadas en una esquina por la que pasé, sentí ese olor que tanto me gusta: Pan, carnes con salsas y galletas.
Recordé que Amalia me tenía prohibido comer de esas cosas, pues decía que a mí eso me hace daño. No estaba conmigo Enrique que era el único que a escondidas me pasaba debajo de la mesa algún pedazo de su pizza o de su hamburguesa.  Sentí deseos de escarbar en aquellas bolsas, pero recordé a Mi Vida y seguí de largo.
Creo que caminé toda la noche. A veces trotaba un poco hasta la siguiente esquina para ver si encontraba algún lugar que me fuese conocido. Buscaba las calles más iluminadas, y de allí me hacían ir los insultos y a veces las piedras y palos que gente loca me arrojaba. Si me iba por las calles oscuras y por los callejones, los ladridos de perros guardianes o perros callejeros me hacían correr para escapar de sus mordiscos.
Cuando no hubo más carros en las calles y toda la gente se recogió en sus casas, fui despacio por un andén junto a casas con antejardines. De pronto me llegaron olores conocidos mezclados con otros que no sabía precisar. Olía nuevamente a comida deliciosa y prohibida, a cobija vieja y calientita, a orines que marcan territorio, a la respiración de quien duerme con la boca abierta. No pude resistirme, me acerqué.
Alguien dormía allí acurrucado en el rincón. Protegía entre sus piernas la bolsa de donde salían los olores que me hacen daño. En el rincón dejaba libre un canto de su cobija vieja y calientica. Recordé mi tapete en el cuarto de Enrique. Di como siempre unas tres vueltas sobre la cobija y me eché pegadito al cuerpo caliente de quien ya dormía y junto a él, también yo me dormí.
Soñé que Mi Amor y Mi Vida me acariciaban la cabeza.
Abrí los ojos para agradecerles, y vi que era un hombre desconocido para mí, viejo, barbudo y sonriente.
Bajé con cuidado la cabeza pero seguí mirándolo mientras me preparaba para emprender carrera. Sin duda era la persona junto a la que había dormido, pues vi que tenía en su mano, la bolsa de los olores prohibidos.
Quise escapar pero él me agarró fuerte, pero cariñosamente, y volvió a acariciarme la cabeza.
Sin soltarme para que no escapara, abrió la bolsa y me ofreció un pedazo de pizza irresistible.
Yo volteé la cabeza para otro lado recordando a Amalia y al mirarlo vi en sus ojos la complicidad de Enrique.
Entonces sin dejar de mirarlo agarré con cuidado el trozo que me estaba ofreciendo y sin pensarlo dos veces lo devoré.
Luego ya más confiado me apoyé en mis patas, sacudí la modorra de la noche, y en señal de agradecimiento le lamí la mano y la peluda cara, le meneé mi cola y él se carcajeó.

León M.N. Julio de 2013.


sábado, 20 de julio de 2013

UNA NUEVA AURORA

UNA NUEVA AURORA

Un canto.
Una armoniosa sucesión de pocas notas
Tus palabras mujer, vestidas de años.
Como uvas exprimidas
Tal que en barricas
Guardas:
Esencias de pétalos, colores,
Miel de rosas y lágrimas de pinos.

Cada  mirar tuyo es un poema
Escrito en un lago
Salpicado de rocío.

Y tu andar de gata cuidadosa
Con pasos afelpados que van
Como una leve brisa de verano,
Recorriendo: pasillos, alcobas,
Corredores y jardines.

Tus ágiles y acertadas manos
Cubiertas de manchitas de años
Sobre el relieve de tu pergamino
Que es como partitura
De canción de cuna.

Diestros y pequeños dedos
Hacen danzar la aguja
Enhebrada de filamentos de colores.
Y del ganchillo que enreda: plegarias,
Tus recuerdos, tus consejos,
Surge una flor en filigrana
Que adorna una ruanita, un cojín
O una sábana para el nuevo nieto.

Ensortijado ovillo de hilos de plata
Sobre la almohada.
Y desde un mullido colchón
Cubierto de blanco reluciente,
Asciende revoloteando como pajarito
En azules y rosas tu último suspiro.
Nueva Aurora.


León M.N. Julio de 2013.

lunes, 8 de julio de 2013

LEYENDA


LEYENDA.

En la fronda el silencio y el tintineo de fragmentos de sol
Que el follaje deja pasar a salpicar la sombra.

Y allí entre la hojarasca y los chamizos rotos
El rumor de pisadas.
Crujidos en la oquedad ocre del recuerdo
Como eco recorren la espesura.

Un Diostedé oculto entre las ramas altas
Silva su nombre repetidas veces.

Y entre las piedras que el musgo ha tapizado
El cristal del agua se derrite, canta y llora.

Los ojos de la selva te contemplan
Tu: Madremonte, yo Bola de Fuego.


León M.N. Julio de 2013.

domingo, 7 de julio de 2013

EXANGÜE



EXANGÜE

Si abres este poema
Encontrarás sangrantes mis entrañas.
Más si abres mis entrañas
No encontrarás mi poesía.
…Ya me habré ido.
Y sólo la tinta sobre esta página
Con sus borrones de acuarela
Será el testimonio
De que he sangrado.
…Pero si miras bien,
Sabrás de mi lloro en el camino,
Del sudor que ungió mi frente,
Del desierto que llegó a mi boca
Y de la palabra que murió de sed
En la punta de mi lengua.
Al abrir este poema
Encontrarás exangües mis entrañas.


León M.N. julio de 2013.