viernes, 27 de septiembre de 2013

ME QUITÉ LA CAMISETA

Foto tomada del: EL ESPECTADOR

Equidad y Santa Fe se hicieron poco daño.
Titular de El Tiempo. Septiembre 25 de 2013.

ME QUITÉ LA CAMISETA
Algo va de los verbos a la guerra
Y de los colores a la muerte.
De los escudos e insignias
A los ejércitos y a las barras bravas.
Y de la celebración a confrontación.
De las fiestas a la muerte

En los cincuentas preguntaba yo a mi padre:
¿Papá, quiénes son los liberales?
¿y por qué se están matando con los godos?
Los liberales son los que llevan las banderas rojas
Y los godos, o mejor conservadores,
Llevamos azules las banderas,
Y se matan para demostrar que son mejores.

Y luego aparecieron los amarillos que viven en el polo
Y los verdes que disque aman los bosques y los prados.
Y los maricas con sus banderas llenitas de colores.
Y el arco iris que de diamantes como gotas de rocío
Nos muestra la redondez del universo y
Sigue apareciendo para todos.

Y los locutores y periodistas
Al servicio de los señores del poder y del dinero,
Igual que los pregoneros de Nerón en el anfiteatro
Nos piden aplaudir a cada grupo de los gladiadores.
Y…: perfectamente uniformados los equipos en contienda
Forman fila junto con los árbitros frente a la tribuna.
Y la tribuna llena de tribunos, llena de pueblo
Y los que van a morir te saludan.
 ¿Y quiénes han de morir?
Los tontos: el pueblo.

Y para hacerlo se pintarrajean sus caras
Del  color de sus banderas
Del mismo color de sus flamantes camisetas.
Y suenan los tambores y trompetas.
Los himnos que en coro gritan y brincan
Y se estremecen las bases del estadio, las del coliseo.

¡Alerta! ¡Alerta!: Una avanzada de los verdolagas ataca por el costado izquierdo
Y ya en terreno de los contrarios hace el disparo
Que se estrella contra el travesaño que defiende el cancerbero de sus enemigos.
Con un riflazo que detiene con el pecho el capitán de los de azul y grana,
Avanza ordenadamente toda la vanguardia en un demoledor ataque.

Un potente cañonazo que pretende perforar la barrera verde y también las redes,
Acerca  la victoria a los visitantes que ahora van en contraataque.
 Y cae el delantero derribado por el oponente.
Y la multitud grita enardecida,
Y el campo se cubre de confetis, papeles, banderolas,
Palos, latas de cerveza, baterías de radios transistores.
Estallan en la noche las bengalas, los petardos,
Y en el aire los insultos, las blasfemias y los hijueputazos.

El árbitro no sanciona el penalti,
que reclama la mitad de los parciales,
ni tampoco el fuera de lugar
que aduce la otra mitad de la fanaticada.
Un grupo de hinchas salta a la arena
A vengar la gran ofensa.
Y otro grupo con diferentes insignias
Y en número parecido, también salta.

Puñetazos, bolillazos, patadas, botellazos.
Y desde la televisión y el radio:
Hacemos una pausa para comerciales.
Celebre usted con Aguardiente sus festividades
Y recuerde: El alcohol es perjudicial para la salud.
Prohibido su expendio a menores de edad.

¡Extra! Extra…:
Nuevamente la violencia de las Barras Bravas
Enluta la familia de un hincha del club visitante.
Un grupo de violentos fanáticos del equipo local, atacó
A piedra el bus de los militantes de la escuadra vencedora.
En confusos hechos los atacantes se dieron a la fuga
 Y en la calle, frente a la estación de autobuses
Quedó tendido el cuerpo sin vida del joven
Que vestía ensangrentada la camiseta de su equipo.

Que viva el deporte.
La juventud tiene derecho a divertirse.
Mente sana en cuerpo sano.

… Algo va de los verbos a la guerra.
Y… esta noche no me esperen en la casa. Porque….


León M.N. Sep. 2013.

martes, 24 de septiembre de 2013

ROMANZA


ROMANZA

A la luna y sobre una libreta en blanco
Un poeta escribía su poema.
Y sobre las paredes banqueadas por la luna
Vagabundo el poeta leía
Los versos de la luna.

Y el viento le cantaba sus baladas
Y en el recodo de antes de la esquina
Un perro soñaba sus ladridos
Y los gatos maullaban sus amores.
Y la neblina como monjas blancas,
Como niñas escapadas de sus sueños,
Como almas vagabundas,
Como fantasmas,
Como novias núbiles.
Aparecían y desaparecían.
Mecidas por el ritmo de baladas,
Cantadas por el frío viento de las madrugadas.

León M.N. sept.de 2013.



EL JARDÍN DEL FUTURO


EL FURUTO JARDÍN
Nosotros: los balsos, los cedros, las caobas, abarcos, sietecueros y yarumos.
Todos los que tenemos vocación de selva, de rastrojo o de monte,
De glorioso bosque o de campiña florecida:
¿Por qué dejamos tiradas las semillas?
Fijémonos bien que en nuestras ramas también crecen aves siniestras.
Las raptan, las roen y corroen.
Si no las dejamos en tierra fértil de cultivo,
Podrán podrirse.
O crecer enfermas y torcidas.
Y más tarde darán frutos malsanos y degenerados.
Sus flores serán tempranamente mustias.
No podrán entre las yerbas o los setos
Anunciarse con la fragante suavidad de su perfume.

Los niños, los de fácil sonrisa y fácil llanto.
Los de mejillas rosaditas.
Los de piel aduraznada y pecosita.
Los de ojos vivaces y oído atento.
Aquellos que copian nuestro acento,
Nuestro andar acompasado o discordante.
Nuestros gestos, mohines, muecas y blasfemias.
Los convocados a las rondas y al recreo,
Están siendo amenazados, violados y robados.
Engrilletados, no en los talleres escolares,
En clandestinas cárceles de producción de baratijas.
A los postes que sostienen los semáforos
Atados a una caja de confites
Para ellos siempre inaccesibles.
Obligados a trasnochar en lupanares,
Como ofrenda en sacrificio a la lascivia
De una asquerosa horda de  degenerados.

Con espejitos y juguetes electrónicos
Son llevados por reales flautista hasta la montaña.
Y cuando la manigua se cierra sobre ellos
Les cambian sus juguetes por fusiles.
Les enseñan a matar y los premian cuando así lo hacen.
El tiempo y los insultos de los comandantes
Les borran la sonrisa de sus labios.
En sus ojos siembran la indolencia,
Cuando aún el acné no ha colonizado sus mejillas,
Se apaga el brillo de sus ojos
Que en sus largas noches no distinguen
Entre hadas o fantasmas.
Sueños o terribles pesadillas.

Los niños, nuestros niños, nuestros hijos.
No demos por sentado que ellos son felices.
No pasemos de largo por su lado.
Miremos bien qué es lo que hacen en las calles,
A qué y con quién juegan en los patios.
Quién insidioso los vigila, los convida o acaricia.
Por qué se callan o entre las cobija lloran.
Démosles tiempo para hablar, mucha confianza.
Hagámosles sentir la seguridad de nuestros brazos
Y la presencia de nuestra paternal mirada.
Y de esa forma llegarán a ser:
Las flores que veamos en el  jardín que es el futuro.             

León M.N. Sept. 2013.


 




miércoles, 18 de septiembre de 2013

QUIERO LA PAZ

QUIERO LA PAZ.
Y que las armas sólo estén  en poder de quienes les demos por encargo: Defendernos.

Quiero arsenales oxidados y obsoletos, museos del terror que debemos evitar y que los obreros los fundan y con el metal purificado construyan azadones, arados, esculturas de Ninfas, Venus, Adonis y labriegos.

Quiero incinerar todos los cuentos infantiles donde la oscuridad de la noche infunde primitivo miedo.

Quiero la noche convertida en el patio donde se juega con luceros y es, para los enamorados, la emocionante expectación de amaneceres claros.

Que en las plazas y jardines todos podamos debatir nuestras ideas, y nos enorgullezcamos de la diferencia.

Que logremos matizar nuestras certezas con tonos encontrados en la paleta del vecino.

Quiero perdonar a quien reconozca su error y quiera mi perdón.

Quiero poder decirles al oído: perdóname tú, porque yo también te he odiado.

No quiero ser gobernado por quien anhela el liderato como cheque en blanco de inmerecidos beneficios. Por quien no ve en él, la responsabilidad y el deber impostergable del servicio y de su cumplimiento esperen sólo el honor de haber servido. Y menos aun quiero ser gobernado por quien está manchado por la sangre de sus hermanos, así los hayan creído enemigos.

Es mejor que les diga la verdad: no quiero ser gobernado.

Quiero vivir en paz y en medio de otros que también lo quieran y que a diario nos empeñemos en hacerla.

No quiero ser juzgado por quien quitó la vida a otros en juicios sumarios, en falsos positivos, o por quien inventó pruebas judiciales. Ni por quienes hicieron de las leyes un escabroso galimatías, de trampas, laberintos, instancias, impunidad y conveniencias.

No creo en el poder redentor que después de tantos siglos de fracasos, le reconocen a las cárceles.

Quiero a los enfermos del alma lejos de los niños.

A los incapaces de vivir en sociedad y respetarla,  alejados, donde no puedan hacerse mal, ni hacérnoslo a nosotros.

Creo en el continuo reiniciar después  de haber caído y espero la mano del vecino que me ayude.

Quiero que se callen todos los predicadores de etéreos cielos y a los recolectores de diezmos y limosnas, jubilados.  

Quiero en grupo a los más sabios que se esfuerzan por ser santos, ojalá viejos, para que lleven las teas en este camino que busca la verdad, la belleza y la felicidad.

Quiero la paz que es el respeto de la vida y del derecho ajeno.

Quiero equidad, justicia, que no es despojar, quitar, expropiar y repartir indiscriminadamente. Las riquezas son para todos pero no todos sabemos hacerlas florecer para el bienestar de todos.

Creo que el agua, como el aire y la tierra son propiedad común e inalienable.

Quiero que la milenaria transformación de los huesos de los dinosaurios en petróleo, siga su curso natural en las profundidades de la tierra.

Que el oro siga allí donde nació y que de vez en cuando la erosión causada por el arroyo lo saque a relucir sobre la arena y que por la sorpresa se abran los ojos de una niña y se ilumine una sonrisa.

Quiero que el carbón pueda tranquilamente florecer como diamante y solo aflore para nuestro placer cuando la tierra se estremezca.

Espero con ansiedad el día en que comer no sea el lujo de unos pocos y el hambre la certidumbre de millares.

Quiero un techo que proyecte sombra y abrigo a todas las familias que lo quieran, y que los que gustan de viajar, aquellos coleccionistas de paisajes, tengan siempre un lugar donde erigir sus carpas y a la orilla de un arroyo limpio puedan: contarle sus amores a la luna, extasiarse de placer al contemplar amaneceres o desnudos temblar de amor abrazados en los atardeceres. Y que nuevamente madruguen a la huerta, al molino y al horno que es el pebetero donde se fabrica el pan que es alimento y es perfume.

Quiero educación para todos, pero de calidad, con pertinencia y con propósito personal que busca la mejor ruta a seguir por el planeta, que es una nave a la deriva en el espacio sideral que es el futuro.

Quiero que todos los Templos, las Sinagogas, las Mezquitas y lugares construidos a los dioses, se conviertan en escuelas, teatros y museos; lugares de meditación y de conciertos.

Que se termine la división del espacio sagrado y el profano; y que todo espacio sea sagrado y allí cada uno se encuentre con su dios o con la soledad de no tenerlo.

Quiero tener grandeza para amar y reconocer valor a toda forma de vida.

Quiero tener paciencia suficiente para esperar que a la vuelta de unas cuantas centurias, habré sanado del dolor que he causado y del que me causan.

Quiero que permanezca firme mi propósito de no volver a hacerlo y mansamente no volver a permitir que me lo causen.

De verdad quiero la paz y sobre todo quiero que esto que hoy declaro, me acompañe en los años que me quedan por vivir, como mi credo y que quede a mis hijos como herencia.

Y para lograr todo esto, es preciso que me ayudes.


León M.N. Sept.2013.

martes, 17 de septiembre de 2013

EL SILENCIO




EL SILENCIO
El bus de escalera o chiva como lo llaman en algunas partes de mi tierra,la tierra grande, dentro de la que no nos exigen pasaporte. La que los poetas, los maestros de escuela y los políticos llaman patria. Ese bus ronronea quejumbroso al empezar la cuesta  en la carretera destapada.
Es una mañana de sábado. 
El sol brilla por entre copos de neblina que asciende presurosa. 
Escucho tras el ruido del motor, el silencio. El silencio de los que viajan conmigo. Y afuera, en el campo: el silencio.
De repente, al dar el bus un giro a la derecha por la estrecha carretera, el motor también se silencia deteniéndose bruscamente.
¿Qué pasó? Dijo alguien y todos buscamos a través de las ventanillas en la polvorienta carretera, la causa del silencio del motor y del frenazo.
Y frente a mi ventanilla, a la orilla junto a la cuneta, en perfecto orden, como acostados en fila, doce cuerpos juveniles silenciosos, parecían dormir.
Impecables sus ropas domingueras. 
Sin duda, para mí, habían salido el viernes en la noche, de parranda a celebrar en la vereda. 
A todos les faltaban sus zapatos. 
Todos llevaban medias limpias y muy nuevas. 
Eran sus medias domingueras, las de salir a enamorar los viernes en la noche.
…Están muertos.
Los mataron anoche.
Dios mío. ¿No va a parar esta matanza?
El primero es el hijo de José, el de la tienda de Pueblito.
Yo conozco a este muchacho, al pecoso. Terminó bachillerato el año pasado en el colegio.
Y éste, ¿No es el hijo de Rosa, la viuda de Asdrúbal?
Y nuevamente el silencio. Un silencio temeroso.
Y las miradas que con la mano en la barbilla, o como deteniendo un grito apretaban las bocas; se paseaban por el rastrojo de la orilla de la carretera. Husmeaban entre las sombras del bosque de pinos que iniciaba después de un pequeño talud de tierra colorada.
Ningún ruido, sólo el silencio.
Tenemos que seguir dijo alguien.
Sí, claro debemos seguir y dar aviso a las autoridades.
¿Los vamos a dejar aquí tirados, como si fueran perros?
¿Qué podemos hacer? No tenemos ni una sábana para echarles encima.
Alguien inició una oración y pronto se formó un coro que suplicaba para ellos el perdón y el eterno descanso. Y que brille para ellos la luz perpetua.
Yo no había descendido del bus. Desde mi ventanilla los veía a todos: Bajo sus cabezas una mancha de sangre seca que denotaba que el tiro que a cada uno le dieron en la base del cráneo, había resonada hacia ya algunas horas.
Todos tenían de manera programada por los asesinos, las manos en la espalda, atadas con alambre recubierto de plástico, del que se utiliza para las instalaciones eléctricas.
Los recorrí a todos con la mirada, pero mis ojos regresaban sin querer a la cara del moreno. Era regordete. Tenía la boca abierta y por ella se veía una rosada lengua gruesa, que parecía querer decir algo.
Tal vez cuando murió estaba rezando su oración o quizás mentalmente se despedía de los suyos. Sus fosas nasales amplias, detenidas en el momento de aspirar esa última bocanada del aire de la negra noche.
Sus ropas estaban limpias, apenas podría encontrarse algún chisguete de sangre o de barro.
Los sacaron de la fiesta como a borregos. Seguro que amenazados por armas.
Los habrían hecho subir a algún vehículo, donde los amarraron y emprendieron en silencio su último viaje hacia esta curva de la carretera.
A estas horas de la mañana ya deben estar extrañándolos en sus casas.
¿Dónde se quedaría anoche mi muchacho?
Algunos ya sabrán de la escena en la cantina y se preguntarán:¿Quién lo habrá secuestrado: Los paras o la guerrilla?
El bus reinició su marcha hacia el pueblo. Yo con la cabeza hacia atrás me quedé prendido a la cara del moreno y a su gesto de querer hablar y de aspirar  una última bocanada del aire de la negra noche.
Los pasajeros en silencio sólo intercambiábamos gestos de dolor, pesar, preocupación, interrogantes no expresados.
Nos envolvió el silencio y el temor a decir algo. Deberíamos estar pensando lo mismo: tal vez entre los pasajeros viaje alguno de los asesino buscando pretextos para nuevos asesinatos. Es mejor callar, es mejor el silencio.
Cuando llegamos al pueblo, nos enteramos, por el silencio que envolvía todo, que ya la noticia había sido conocida. En las horas de la tarde llegaron los cadáveres de quienes allí vivían.
Fui a la pequeña morgue a visitarlos. Allí pude ver al moreno. No hubo nadie que le amortajara y cerrara su boca. Seguía con esa expresión de querer decir algo y su nariz quería inhalar una última bocanada aunque fuera aire de la negra noche, de la horrible noche.
Más tarde le cubrieron su cara con una tela translucida y tras ella y en silencio quise escuchar lo que quería decir y lo escuché muy claro. Gritó: no fui culpable de nada. Soy un falso positivo inventado por los paracos, para justificar el dinero que les cobran a los finqueros y a los ricos, a cambio de supuesta seguridad. Soy un falso positivo de la policía o del ejército para justificar ascensos, días de franquicia, medallas de heroísmo y resultados contra los insurgentes.
Como no he podido olvidar la expresión del moreno, la he retratado para que los que viven, o lleguen a vivir en esta tierra grande, a la que los poetas, los maestros y los políticos llaman patria, no la olviden.

Que brille para ellos la luz perpetua.

León M.N. Septiembre de 2013.


viernes, 13 de septiembre de 2013

HE VISTO NACER A LA NEBLINA



En días,
cuando antes de que se levante el sol tras la montana,
Salgo a recorrer caminos, he visto nace a la neblina.

Y nace de lo que llamamos suelo y no sé cómo.
Brota entre el pasto y entre los altos pastizales.
Surge en medio del bosque tras lo arboles.
Asciende en hilos de invisibles ovillos como ceda.
Y al ascender entre el ramaje va dejando
Minúsculos globos de cristal sobre hojas
y sobre pétalos abiertos pequeños universos giran.
Al atravesar las extendidas telarañas
las llenan de bombillas blancas de cristal
Que luego el sol las enciende
y al instante explotan y desaparecen.

En días cálidos es leve y ágil y se eleva.
Se expande, se estira y contorsiona.
Se enrolla sobre sí misma y desenrolla.
Igual que en la enorme palangana de las ferias,
Se enrolla sobre el palillo de bambú
El algodón de azúcar.

En días opacos, fríos, grises,
Es densa, pesada, perezosa.
Me oculta la vera del camino.
La garganta de amenazantes precipicios,
Las cumbres donde habita el campanario,
De entre ella y como espantos surgen
Viejas de pañolón que van rezando,
Labriegos de ruana y alpargatas gruesas
Perros flacos y sarnosos que los siguen
Todos van en silencio y como tristes.

En días,
cuando antes de que se levante el sol tras la montana,
y salgo a recorrer caminos,…
he visto nace a la neblina.


León M.N. Agosto 28 de 2013