domingo, 28 de abril de 2013

PITINGLES, PAPALOTES Y COMETAS


PITINGLES, PAPALOTES Y COMETAS.

El sol apenas emprendió la cuesta.
El viento sube por la falda del potrero,
Va arreando nubes como terneritos.
Revolotea la alegría en mariposa colorida.
Salta entre risas y el griterío de los niños.
El rojo, el amarillo, el verde y el violeta
Dan coletazos atados a un sedal que corretea.
Se eleva, pide cuerda y da cabriolas.
Se alza con los sueños infantiles
Y en la noche saltando sobre las estrellas
Retorna por un río de aventuras con amigos.

León M.N. abril 2013.

viernes, 26 de abril de 2013

SE NOS METIÓ LA CHUSMA


SE NOS METIÓ LA CHUSMA
Ya era tarde a las siete de la Noche en Armenia Mantequilla. Una noche sin luna, sin estrellas, y sólo quedaban dos o tres cantinas abiertas, para unos cuantos trasnochadores campesinos.
Dos policías hacían ronda por las calles y el restante cuidaba en la cárcel a un borrachito escandaloso.
El sacristán aseguró la puerta de la sacristía y el cura párroco debería estar terminando su merienda antes del rezo de completas en su breviario.
La rojiza luz eléctrica que llegaba de la vetusta planta movida por la rueda Pelton de la Horcona, estaba a punto de ser apagada, señalando así la hora de descansar a todos los Mantequillos.
Gutiérrez y Caicedo, que así se llamaban los policías, hoy de guardia, iban Calle Arriba y al llegar al monumento de la Madre, a la entrada al camino de Los Azulitos, se detuvieron a fumarse un cigarrillo Dandy. Quedaron pues, de frente a la oscuridad del cañón  de Sabaletas. y por el que podría ser el camino que de Cauca sube a la Quiebra, de allí al Encenillal , luego a La María y de allí llega al Pueblo, vieron unas luces que subían. Parecían ser mechones que alumbraran a nocturnos caminantes.
¿Eh? ¿Caminantes a estas horas y en una noche tan oscura?
Esto hay que informarlo en el cuartel y darle parte al Señor Alcalde. Para mí que se nos quieren meter al pueblo Los Chusmeros.
Dando un último y largo chupón a sus cigarrillos, dieron media vuelta de regreso a la plaza.
Iban sin hablar, a paso largo pero tratando de no ser alarmistas.
Entraron a la Inspección de  Policía a informar lo observado al Cabo Torres, quien era el comandante. Torres y Caicedo fueron hasta el Hotel a comentar los sucesos con el Señor Alcalde que a esa hora jugaba parqués con otros huéspedes, antes de retirarse a descansar.
Prudentemente lo llamaron aparte y le contaron lo visto, lo supuesto, las posibles consecuencias y las alternativas que sugerían adoptar.
El Señor alcalde tratando infructuosamente de denotar calma, se excusó por retirarse del juego.
La hotelera se sentó en la silla dejada por el alcalde y contó a los contertulios lo que escuchó a los policías. El silencio fue total, las miradas de incredulidad, fueron de uno a otro de los presentes en la sala. Unos salieron y golpearon la puerta de otros inquilinos que ya dormían en los cuartos. Llevando los sobreros en la mano y las ruanas al hombro, otros salieron a la calle, llamaban afanosamente a las puertas y relataban lo que sucedía a sus vecinos, a sus amigos y a los que no lo eran tanto.
-          ¿Qué vamos a hacer?
-          Hay que armarse.
-          Luis Emilio, el de la tienda, tiene pólvora y  balines, hay que ir a despertarlo.
-          Que los cazadores traigan las escopetas.
-          Que los que no tengan armas traigan: picas, palas, azadones y caben unas trincheras.
-          Que con la tierra que saquen, llenen costales para apertrecharnos.
-          Llamen a los comerciantes, que aun sin salvoconducto, siempre andan con revólver.
-          Díganle a Don Horacio y a Don Jorge que pongan a disposición del alcalde toda la munición, que en estas circunstancias nadie les exigirá permisos o salvoconductos.
-          Que los que no tengan armas de fuego traigan: machetes, peinillas cuchillos carniceros, palos, trancas, socos de escoba, caucheras…
Entre el tumulto que ya crecía en media plaza, vieron bajar al Alcalde con los policías, seguidos de todos los vecinos de la Calle Arriba.
Se repartieron entre los más responsables y hábiles, cuatro escopetas y una caja de cartuchos que era el arsenal del comando de Policía.
Se organizó la defensa con sesenta hombres y una veintena de muchachos, en cuatro grupos, uno para cada bocacalle del pueblo.
A las mujeres se les ordenó vigilar los caminos desde las ventanas y postigos y que cualquier cosa rara que vieran la informaran con los muchachos al comando central en la Alcaldía.
A las nueve como era costumbre la luz eléctrica fue cortada desde la Planta de la Horcona.
-          Apaguen las linternas y candiles.
-          Hablen en voz baja.
-          Hagan las señas necesarias con pañuelos blancos.
-          Que se apuren los de las trincheras.
-          Que lleven más costales del almacén del comité de cafeteros, para llenar con tierra.
-          Que las de la congregación de Hijas de María, los Niños de la Cruzada Eucarística y los ancianos se encierren con el Párroco en la Iglesia a rezar el trisagio y el rosario y que no salgan de allí por ninguna razón antes de que el alcalde avise que ya no hay peligro.
-          Que el doctor Castaño se quede de guardia en el Centro de Salud, listo para atender a los heridos.
Y luego de estas últimas recomendaciones: el silesio total… Las tinieblas por todas las calles del Pueblo… Algunas carreras de enruanados que llevaban y traían mensajes:
-          Que listos que ya vienen por el Encenillal.
-          Que ojo que parecen muchos.
-          Que suben gritando palabrotas y cantando corridos revolucionarios.
-          Que las Señoras de la Calle Abajo abran bien el ojo porque de seguro se van a dividir en dos batallones para atacar por vanguardia y retaguardia.
-          Que tengan listas ollas con agua por si quieren incendiar el pueblo.
Y nuevamente el silencio…, la incertidumbre…, la oscuridad y el miedo que se le cuela hasta entre los calzones de los más verracos.
Y como a media noche: Una Guitarra, un tiple y un requinto… y: Por aquí voy llegando, Señora María Rosa. Me vine madrugando y el alba está lluviosa…
La esperada cuadrilla de Chusmeros era un trío de Serenateros que venían desde Cauca, pues habían amenizado las vísperas de un matrimonio en Altamira.

León M.N. Febrero de 2013.

INVENTOS NO PATENTADOS.
En algunos colegios hoy día, les enseñan a los niños robótica.
Me muero de la envidia.
Quisiera haber nacido sesenta años después de que nací.
En la escuela de mi pueblo nos enseñaban: el himno nacional, las vocales, las consonantes y las tablas de  multiplicar, el catecismo y nos preparaban para hacer la primera comunión.
Los carritos, las armas, los molinos de agua, los barquitos de vapor, los aviones y las cometas, las teníamos que hacer después de clase, los sábados después de cargar el mercado, o los domingos después de ir a misa en comunidad.
Hacíamos carritos con una tablita sacada de la basura de la carpintería del pueblo. Se necesitaban además, cuatro clavos y cuatro tapas de  gaseosa para hacer las ruedas. Cuando nos poníamos ingeniosos, le agregábamos volante y una grapa para amarrar una cabuya y así poderlo arrastrar  más  fácil. Con tronquitos de madera le improvisábamos asientos y si encontrábamos en el cuarto de rebrujos, sobrados de pinturas, los pintábamos con todos los colores que hallábamos.
El mejor jugadero con estos carritos, eran las pilas de arena que encontrábamos en las nuevas construcciones. También era bueno jugar con ellos en las barrancas, allí construíamos carreteras, puentes y desbarrancaderos.
Cuando éramos grandes, cómo de diez u once años, hacíamos carritos de rodillos y de balineras, y apostábamos carreras por las calles empinadas. Estos eran juguetes y también herramientas de trabajo. Pies si queríamos ganarnos unas monedas, hacíamos mandados y sobre ellos llevábamos los encargos.
Con las minas metálicas de los esferográficos, fabricábamos pistolas, en las que estallábamos cabezas de fósforos. Luego progresábamos con la edad, y las hacíamos con tubos de mayor calibre. Los expertos en este arte, fueron los que se inventaron la escopeta de fisto y se volvieron cazadores o soldados. Otros se inventaron los changones y se volvieron guerrilleros o sicarios. Los inexpertos nos fuimos para el seminario.

León M.N. abril 2013.

MI MUÑECA DE TRAPO.
En mi pueblo no había almacenes de juguetes.
Si querías una muñeca, la tenías que hacer. Era toda una faena.
Primero esperar que los frutos del palo de balzo se secaran y cayeran dejando esparcida por el suelo y volando con el viento su lana color café y dorado.
Luego ir a recogerla, llenándonos los bolsillos de esas pelusitas esponjosas que se te meten en la nariz, te hacen cosquillas y te provocan estornudos.
Mi mamá nos regalaba retazos de tela o una franela vieja para formar el cuerpo de la muñeca. Armadas de lápiz, tijeras, hilo y aguja nos íbamos para el jardín.
Esto era trabajo de nosotras las mujeres. Los  muchachos hacían caucheras o caballitos de palo, con los socos de las escobas.
Un pedazo de tela redondo, relleno de lana de balzo, servía para hacer la cabeza de la muñeca, con sólo anudarlo como una pelotica. Una tela cuadradita, doblada a la mitad y cocida por sus bordes, formaba el cuerpo. Éste también se rellenaba con lana, empujándola por un huequito con el lápiz, para que quedara apretadita.
Los brazos y las piernas se formaban con tiras de la tela que cocíamos con puntadas finitas para que la lana del relleno no se saliera. Luego no hacía falta sino pegar al cuerpo: la cabeza, los brazos y las piernas.
Mi hermana mayor, que ya sabía hacer puntadas de cordón, pasado y cadeneta, le bordaba los ojos, las pestañas, la nariz y la boca. Cómo yo dibujaba más bonito que ella; con el lápiz le delineaba por dónde ella tenía que bordar.
Cuando ya la teníamos lista pero desnuda, nos íbamos para donde mi mamá a rogarle que nos diera lana para hacerle el pelo y, que ella, que cocía tan bien en la máquina Singer de pedal, le hiciera un vestido bien bonito, con falda repolluda, blusa con letines y una pañoleta. Dejábamos largas las hebras de lana que formaban el pelo, y de esa manera poderle hacer trenzas o cola de caballo, cuando jugábamos a las mamacitas.
En esa tarea nos gastábamos todo el día, y cuando ya lográbamos tenerla hecha, estábamos tan cansadas que nos acostábamos en la cama con la muñequita de trapo y nos quedábamos profundas hasta el otro día.

León M.N. abril 2013.

miércoles, 24 de abril de 2013

NOCHE EN EL LLANO


NOCHE EN EL LLANO.

Se agota el sol de hoy ocultando el azul en su dorada sangre.
Era oro y brillaba y ya se va difuminando en grises humo
Más densos cada vez y el negro de la noche llega.
Albos plumajes que volaban sobre el lago
En él se ahogaron cual bruñidos ídolos de oro.
Y llegó de la selva el griterío de los monos.
Araguatos aulladores saludaron la noche desde altos troncos.
Y una orquesta de grillos desde la sabana.
Y desde el pantanal que rodea la laguna
Un coro de ranas engañosas.
Todo este concierto resonante y multitono,
Sobre el escenario negro,
Negro oscuro de la noche joven, sin estrellas.
A lo lejos el ladrido de los perros,
Mugen los toros en su encierro
Y braman las vacas buscando sus becerros.
Y sigue el coro de los grillos y las ranas.
Es diverso el croar e imagino diversas formas y colores.
El negro escenario vas extendiéndose,
Invade mis hambrientos ojos.
Aun dormido sobre los colores de mi hamaca,
Sigo el formidable concierto de los grillos y las ranas.

León M.N. Abril 2113.

domingo, 21 de abril de 2013

NO ENTIENDO


SEÑOR GOBIERNO: EXPLÍQUEME POR FAVOR, QUE ES QUE NO ENTIENDO.
¿En el proceso de paz se ha analizado lo que está ocurriendo en el campo?
El pecio de la tierra se está viniendo abajo, afectando directamente el patrimonio de quienes han sostenido precariamente el agro, contra todas las dificultades de orden público y de abandono del estado.
Los dueños de la tierra no ven claro cómo un ejército, vencido en las mesas de la Habana y una policía que dio su pecho a las balas y sus piernas a las minas quiebra patas, van a defender ahora a nuevos vecinos, terratenientes que sólo a sembrado guerra durante décadas.
Explíquenos por favor, cómo es que el ministerio de justicia, el IMPEC, el ministerio de educación se van a aliar para resocializar a expertos en explosivos, en extorción, en collares bomba, en burros bomba, en niños bomba, en emboscadas, en reclutamiento de menores, en practicar abortos a niñas violadas o abusadas como servicio a la causa revolucionaria. Y cómo es que nos van a lavar el cerebro para que paseemos con esos nuevos vecinos cogiditos de la mano.
Cómo se van a asociar y con qué metodología van a convertir a estos personajes en ciudadanos, en vecinos, en compadres, en socios, en compañeros de trabajo, en negociantes honorables y decentes, respetuosos de las leyes que antes violaron.
Cómo es que nos vamos a sentar en las mesas de las juntas de Vecinos, de la Acción Comunal, de las Juntas de Padres de familia de la escuelita, en el Concejo Municipal o en las Juntas administradoras de distritos de riego o en el sindicato de las prometidas empresas agroindustriales, y cómo es que vamos a deliberar civilizadamente con gente que no sabe sino dar ordenes y mandar a matar.
Y cómo es que van a olvidar el autoritarismo que dan las armas para imponer su voluntad.
Y cómo es que humildemente van a dar la razón al modesto agricultor que no sabe hablar ante la prepotencia que infunde el poder de la fuerza ante la razón?
Señores de la Cámara y el Senado, Señores del Gobierno, Señores Periodistas, Señores Analistas, Señores Académicos, Señores Políticos, Señores Inteligentes, explíquenos por favor.
No entiendo; y algunas de las cosas que no entiendo son:
·         Cómo se perdona al que no pide perdón?
·         Cómo convivir en paz con quien me extorsionó, raptó a mis hijos, violó a mis hijas, incendió ni cultivo y mi casa?
·         Cómo compartir con quien me obligó a vivir de lo que lograba mendigar en un semáforo, cuando yo fui dueño de huerta casera y ordeñaba a diario mi vaquita. Si, mi vaquita la que ellos me obligaron a matar para comérsela luego de que mi esposa y mis hijas, obligadas por ellos, la cocinaron con el bastimento que me obligaron a traerles de mi sementera.
·         Explíquenme por favor, cómo se logra vivir en paz, luego de que ustedes la firmen allá en la Habana. Cómo se logra eso? Porque yo de verdad, quiero la paz.
·         Yo que fui criado entre Padre Nuestros y Ave Marías, no entiendo, cómo alguien que vivía del negocio lucrativo de la coca, o de la mina de oro clandestina, o de la extorsión  o las vacunas; por arte de magia, luego de que ustedes firmen la Paz, va ir a jornaliar por veinte mil pesos diarios, llueve, truene o relampaguee? Ni que fuera tan gu...
·         Si dicen que vivimos en una democracia; que los que siguen a las guerrillas apenas representa el 1% de la población; que los guerrilleros son 7.000, no entiendo por qué carajos disque se tiene que gastar el 20% del PIB de la Nación: 60´000.000.000.000,oo, ¡sesenta billones!, en arreglar la casa para que ellos no sigan jodiendo? No entiendo.
·         No entiendo cómo es que los señores del gobierno, creen que los 7.000 guerrilleritos, les van a entregar las armas, cuando dizque al ex comisionado de paz, ahora fugitivo, le entregaron los paracos, escopetas hechizas y un arsenal de armas inservibles delante de testigos internacionales y frente a toda la prensa mundial. Cuando toda una brigada del ejército y no sé cuántos policías, no logran desarmar las pandillas de un solo barrio de Medellín, que siguén delinquiendo con las armas que escondieron los paracos desmovilizados. No entiendo.
·         No entiendo si con los representantes de esos 7.000 de las FARCs están haciendo la reforma agraria que afecta a 47 millones de Colombianos; qué van a firmar con las más de 400 bandas criminales y con los Elenos, y los otros y los otros. ¿Qué les van a dar a ellos?
·         No solo no entiendo, sino que no tengo ganas de obedecer ninguna ley que vengan a imponerme los nuevos legisladores salidos de las filas de quienes, desde el día que nací en 1948, han llenado mi triste vida de miedo, zozobra, incertidumbre y dolor.

En mi juventud tuve amigos que tomaron las armas detrás de ilusiones pintadas por Fidel, Ché, Camilo y otros. Los acorralaron, se entregaron, los perdonaron y les dieron pasaporte y dólares para reinstalarse, a otros disque les dieron beca, casa y carro, a otros disque finca. Y yo seguí en mi joda, me saqué el tabaco y volí a escupí.
Más tarde me contactaron para invertir en un disque negocio muy seguro. No era sino poner la plata y disque si se coronaba me volvía millonario. Como a mí eso de mandarinas para el otro lado no me ha gustado, porque pienso que los papás de los gringuitos sienten lo mismo que los papás de los   Chibchombianitos… me saqué el tabaco y volí a escupí.
En otra ocasión, disque estaban invadiendo la finca de un señor ya finadito y que los hijos la tenían en pleito y que no era sino que entráramos en gavilla y cercáramos el predio que quisiéramos, que cómo éramos tanto los avivatos, el INCORA (ahora INDODER) terminaría por escriturarnos el pedazo de cada quien. Yo cómo siempre fui tan miedoso para robar… me saqué el tabaco y volí a escupí.
Otra vez el cuento fue: qué si quería ir a pasiar a las extrajas, me arreglaban lo de la matricula de  mis hijos en la universidad, con tal que entregara por allá no sé dónde, un paquetico. Pero como mi mamá, alma bendita, me decía que no me juntara con malas compañías… Yo, me saqué el tabaco y volí a escupí.
En otra ocasión, cuando me echaron de la empresa en la que había trabajado 15 años, disque porque ya estaba muy viejo (50 años) ya estaba muy costoso y con la tercera parte de mi sueldo pagaban un Dotorcito más estudiao y aberracado, quedé en la calle. Claro que me indemnizaron. No me alcanzó para terminar de pagar el crédito del apartamentico y del carrito que la empresa me había hecho. Terminé perdiendo techo y carro y viviendo de las limosnas de la familia que afortunadamente somos muchos y muy piadosos. En esta oportunidad no tuve ni con qué comprar tabacos pa´volvé a escupí.
Me dijeron entonces que disque mis problemas se acababan si viajaba por todo el continente llevando de aquí pa´ allá y de allá pa´ca , unas platicas ajenas. Pero como yo me tengo tanta desconfianza pa´decir mentiras, mejor… me saqué el tabaco y volí a escupí.
Pero como a todos los votantes, electores y gu… de esta patria también me invitaron a hacerle campaña al nuevo Senador que sería la redención de todos nuestros problemas y eso si lo hice: Caminé, pegué afiches, organice, sancochos, choclolatadas, manifestaciones, reuniones de vecinos, repartí camisetas, gorras, volantes y cuando ganó mi candidato, me mandó a decir que no me podía dar trabajo, pero que me iba a regalar una casita. Que no era sino que me declarara desplazado de yo no sé dónde, que me inscribiera en el SISVEN, que pidiera protección a la justicia y no sé cuantas mentiras mas de que pertenecía a no sé cual de las muchas minorías que hay en éste país. Que el gobierno iba a regalarle casa a toda la pobrecía, desplazada, víctima del conflicto, a las minorías, Etc. Que no era sino que me camuflara entre esa gente y me adjudicaban la casita. Y que si no me gustaba la casita, él me mandaba a un amigo de él para que me la comprara bien comprada y yo me quedaba con la platica. Pero como ya les dije: yo me tengo mucha desconfianza para decir mentiras, lo único que pude hacer fue que: Me saqué el tabaco y volví a escupí.
Les pido el favor que publiquen las listas de víctimas del conflicto, las listas de las minorías que con tanta verraquera defienden ustedes y todas las ONGs mundiales. Minorías negras, amarillas, indígenas de todas las diferentes jerigonzas, gays, lesbianas, travestis, transgenero, madres cabezas de familia, guardabosques, desplazados,  magistrados, senadores, jueces, altas cortes; para ver si en alguna de esas aparezco yo. Pues a mí se me metió en la cabeza que yo soy un desaparecido, un espanto o un falso positivo, pues no aparezco en ninguna de esas lista.

Señores de la Cámara y el Senado, Señores del Gobierno, Señores Periodistas, Señores Analistas, Señores Académicos, Señores Políticos, Señores Inteligentes, explíquenos por favor.
¿Si será que por que se firme la paz allá en La Habana, vamos a poder vivir en paz? pues eso es lo que yo siempre he querido.

Ahora soy yo el que me tengo miedo, pues no sé si esta vez seré capaz de sacarme el tabaco y volvé a escupí.

León Montoya Naranjo.
Abril 17 de 2013.

COMO SEMOS DE DEMALAS


CÓMO SEMOS DE DEMALAS
Uno de los personajes de este cuento es la Notaria de mi pueblo: Se llamaba Ofelia y fue quien me contó la historia, un día que estábamos parados en la puerta de su improvisada oficina, en la antigua sala de la casa que heredó de la Señorita Quina, difunta rectora de la escuela Urbana de Niñas. Los otros personajes eran dos mujeres, madre e hija, de las que no recuerdo sus nombres.
La madre superaba los cincuenta años y era protagonista de una historia nada extraña, más bien común. Hija de un viudo, dueño de tienda campesina. Le había tocado desde muy temprana edad,, atender en el mostrador y más tarde servir cervezas y aguardiente a las mesas alrededor de las cuales se sentaban sábados y domingos los peones de las fincas.
En ese oficio no ganaba propinas pero sí piropos, pellizcos, sobadas de nalgas y una que otra estrujada en la trastienda en busca de un beso robado. A medida que crecía, sus senos iban floreciendo y ella se percataba de que ninguno de los peones le hacía propuestas serias. Su padre envejecía y ella no quería continuar siendo la cantinera de la vereda, así que poco antes de la muerte de su padre decidió dárselo al más buen mozo de sus pretendientes.
Un viernes, después de cruzar unas inteligentes miradas con El Romeo, se hizo la desentendida de su oficio y se escabulló, sin ser vista por entre el cafetal. Allí la estaba esperando su apuesto enamorado. Casi ni cruzaron palabras. La pasión apuraba, dándose besos y mordiscos se tendieron a la sombra de los cafetos florecidos y sobre las hierbas frescas, el mozo la desfloró. Un poco a lo salvaje, un poco tierno, pero dejándole un bello recuerdo y una cría que comenzó a crecer lentamente.
El día del entierro de su padre, la bata negra que lució, tenía unos cuantos centímetros más de cintura. Vendió la tienda y la casita de trastienda; el solarcito y las gallinas que tenía y se fue de chapolera por Manizales todo eso arriba. Parió su muchachita en tierras forasteras. Cuando la cosecha de café terminó y se acabó el trabajo, se fue de sirvienta a una casa de ricos y en la época de navidad y de fiestas patronales volvió a servir cerveza y aguardiente.
Así fueron transcurriendo los días, los meses y los años, y cuando la niña estuvo en edad de entrar a la escuela, decidió volver a Armenia Mantequilla, donde continuó: los meses de cosecha de café chapoliando, los meses fríos, sirvientiando, y en las fiestas, de copera en las cantinas.
A su hijita, que sacó los ojos lindos del papá y las caderas hermosas a ella, no le arrimaban ni los moscos. Ella se encargaba de espantarle a insultos, garrotazos y machete a cualquier pretendiente enamorado.
-          No mi´ja  a usted no le va a tocar la vida que me tocó a yo por andar de calenturienta. El hombre que se le arrime tiene que ser en serio y tener plata para mantenerla.
Mientas esto ocurría; con el fin de poder cuadrar lo del mercado, los gastos de la escuela y la ropita, la madre visitaba la tienda de ese comerciante avejentado pero pispireto y generoso que siempre tenía su negocio de cuido para animales, como entre abierto y cerrado. Los Sábados dejaba a la hija al cuidado se unas vecinas y se iba de compras para el pueblo.
El comerciante cuando la veía aparecer por el atrio de la iglesia, entraba al negocio cerrando un poco más la puerta, para que los parroquianos creyeran que no estaba. La campesina empujaba la puerta,  entraba y cerraba tras de sí.
-          Te estabas como demorando. Le decía el hombre. Le entregaba una toalla y una pastica de jabón de olor y le decía. Andá báñate que yo te espero en la cama.
Ese ritual no le gustaba mucho a la dama, pero lo soportaba por los beneficios que recibía luego de la corta retozada en el duro camastro de la trastienda. Al final encontraba en el mostrador los veinte pesos y el kilo de cuido para las gallinas, lo cual, al salir nuevamente a la plaza, la hacía pasar por una clienta más, que salía del negocio.
Me contó La Notaria, que un día sábado en la tarde, entró por la Calle Principal, pitando y cómo alma que lleva el diablo, un Renaul 6 amarillo, conducido por el hijo del comerciante. Un muchacho moreno, alto, muy bien plantado, que nunca terminó el bachillerato, no se le conoció otro oficio que hacer mandados y vender en un toldito los domingos, carne de marrano. Venía acompañado de otros hombres jóvenes, muy bien vestidos, con relojes finos, cadenas de oro y zapatos muy brillantes. Le dieron dos vueltas a la plaza para llamar la atención de los montañeros y se sentaron en una mesa de la mejor cantina. El Paisano moreno, pidió una botella de aguardiente para los amigos y para él una cerveza fría y El Colombiano. Recostó en las patas de atrás su taburete y lo apoyó contra la pared y se sentó a leer el periódico con aire de importancia. Unos minutos más tarde se paró, se disculpó con sus amigos por alejarse un momento y fue al negocio de su papá para saludarlo.
Luego del saludo paternal, notó la presencia de dos mujeres, la campesina de quien hemos venido hablando y su hermosa hija que resplandecía con su cabello rubio que como una cascada de oro le caía por la espalda y unos bucles coquetones en la frente. Llevaba un vestidito de etamina azul clarito que hacía juego con sus ojos. Mejor dicho estaba muy titina.
-          Eh avemaría por Dios. ¿quién es esta hermosura? Dijo el joven. ¿Se están cayendo los ángeles del cielo o es que yo ya me morí? Y diciendo todo esto tendió la mano hacia la muchacha en señal de meloso saludo.
El papá los presentó y mientras el viajo arreglaba unos asuntos con la mamá, él se llevó a la jovencita hacia la heladería del pueblo. Le ofreció un refresco helado, le compró chicles y ordeno que en una bolsita le entregaran: confites, colaciones, chocolatinas, chicles, mentas, frunas, galleticas, parvita dulce y todas las golosinas que había en el mostrador.
Conversaron mucho rato y cuando la mamá llegó a buscarla, ya tenían una cita convenida para la siguiente semana en el corredor se la casa, en la vereda de La Loma.
Las visitas se hicieron muy frecuentes, comunes, rutinarias. Hasta los vecinos se acostumbraron a ver bajar el Renaul 6 por esas trochas.
Ofelia y Yo seguíamos charlando, parados en el quicio de la puerta de la Notaría, cuando vimos que venía con gestos de apuro la campesina que provocó este cuento. Traía del brazo a una joven con una barriga prominente y con cara de estar en trabajo de parto.
-          ¿Ya va a caer a la cama tu muchacha? Le preguntó Ofelia a la campesina.
-          Se dejó venir este muchacho, de lo que ya no hay remedio, y nos cogió desprevenidas. Vamos de afán para el Hospital para que la atienda.
Con ocasión de este acontecimiento, fue que Ofelia comenzó a contarme la historia que les vengo relatando.
Horas más tarde, ya a punto de cerrar la oficina vimos que regresaba cabizbaja la posible abuela.
-          Oites Ole, contá, qué fue en últimas lo que parió tu hija?
-          No mi´ja, cómo semos de demalas nosotras. Se nos murió el Majiocito…

León Montoya Naranjo.
Abril de 2013.