viernes, 22 de noviembre de 2013

DANZA EN LA SOMBRA
























DANZA EN LA SOMBRA

Caminabas a la sombra de la noche
Y no sé si la luna reflejada por las olas,
O los colores que mi fogata respiraba,
O mi sangre aupada por mareas…
O el lápiz que recorriendo el papel
Te dibujaba…
Pero danzabas.
Danzabas.                                 
Y la briza
Y el rumor que se pierde entre la arena,
Y las voces lejanas…
Y el ritmo del mar y el de mi corazón:
Boom boom,      boom boom,      boom boom…

León M.N. nov.de 2013.


jueves, 21 de noviembre de 2013

LOS MAYORES SE HAN IDO

SE HAN IDO LOS MAYORES.
Los que eran mayores cuando yo era un niño, aquellos que me enseñaron a respetar por edad, dignidad y gobierno.
Los que hacían que bajara mi mirada en señal de respeto.
A quienes acataba seguro de su rectitud.
De quienes obediente recibía reprimendas, todas justas, ponderadas y oportunas,
Ya se han ido.

Ahora con los de mi generación conformo el club de los mayores.
Y de nosotros, los que pretenden: Respeto, acatamiento, obediencia e impartir justicia,
No se lo merecen.
Algo se truncó, se perdió y ha desaparecido en el camino.
En el devenir de ésta corta historia.

Se justifica una violación por el uso de una minifalda, y a renglón seguido nos escandalizamos por el uso de la Burka.
Mozalbetes prepotentes, piernipeludos agresivos e indolentes, imberbes enfundados en ternos de gran sastre se hacen retratar o se retratan ellos, y hacen circular sus fotos y sus frases hurtadas en las redes sociales, prometiéndonos de hoy y en adelantes, estar nuestra vera y a nuestro servicio.

Y a cada hora en la radio y en la prensa, firmados por los que tienen por oficio auto-editarse y auto-censurarse, y publicar rumores, dimes y diretes, leemos sus embustes, sus mentiras, sus calumnias, sus hazañas financieras, sus oscuros logros académicos, sus convenientes creaciones de Fundaciones en favor, de la niñez, de las madres cabezas de familia, de los lisiados y hasta de las putas.  

Parece ser que será necesario reeditar el diccionario y así reaprender cuál es el significado de palabras como: espeto, dignidad, justicia, lealtad, equidad, trabajo, crimen, secuestro, violación, delito, robo, impunidad, abuso, licitud, compasión, libertad y democracia.                       


León M.N. Nov. De 2013  

lunes, 18 de noviembre de 2013

PRETEXTO

PRETEXTO PARA TOPE, SERENDIPIA, CENTÓN Y RAPSODIA.

Morrales, mochilas, tulas, maletas, sobre todo las pequeñas y cómodas de llevar, me duele que vayan a parar siempre al desván, al cuarto de rebujos, al zarzo, al llamado cuarto útil, ubicado en el sótano al lado de los parqueaderos.

Y lo peor es que sólo hoy, a mis 65 años, me he dado cuenta de ese enojo que he sentido oculto tanto tiempo.

Es única la oportunidad de recorrer este mundo al que vinimos. Alguna razón habría de haber en el hecho de que tenemos pies. No vinimos pesados como piedras que a lo sumo ruedan empujadas por los arroyos que la lluvia forma, o arrojadas por las mulas que las pisan cuando ascienden los caminos. No vinimos dotados de raíces que se fincan, se afincan y se agarran a su tierra sin voluntad alguna de moverse. Tampoco somos como el agua o el viento que parecen libren pero dependen del gobierno de las temperaturas y del temperamento de la luna.

Disque somos libres, si, algunos tan libres e inconscientes, que nos quedamos sembrados en un mismo lugar haciendo parte del paisaje y sin ejercer para nada nuestra absoluta libertad.

Quiero salir aunque sea al tope* de alguien que se acerca de visita o  a hacer una pausa en su viajar.

Quiero pasar la noche con ellos al pie de la fogata. Escuchar sus historias y sus aventuras. Ver que me muestren sus recuerdos, sus fotos a la orilla de los bellos lagos, al pie de las montañas, en los muelles de los puertos, en las escalerillas de los aviones, en las ferias, en las plazas, al lado de hermosos monumentos. Abrazando a sus amigos y otras despidiéndose no con adioses, sino con hastaluegos.

Y si lo pienso bien, sería bueno matricularme en algún circo como ayudante de bufón o ir como el que lleva de cabresto a los camellos en una caravana que vaya de regreso de Venecia hasta Samarakanda. 

Para no presumir me bastaría con ser ayudante de diversos buses de escalera. De esos que recorren los pueblos de Colombia y de vez en cuando colarme de indocumentado en la frontera de Ecuador y de allí hasta la Patagonia y dar la vuelta por la costa del Atlántico, oyendo tangos y bailando sambas.

Y por esos caminos, por esas carreteras, en medio de esas interminables carrileras, cruzando nubes, las aguas de los ríos o las olas del océano, dejarme sorprender por alguna serendipia* o ir componiendo mi rapsodia* con retazos que tome de canciones que escuche en las fondas camineras, en las cantinas de los puertos o en las fiestas que en casi todos los lugares les hacen a los santos.

Ya mismo haré uso de mi albedrío, bajaré del zarzo mi maleta, la desempolvaré y por lo pronto empacaré mi viejo centón*, un lápiz y un cuaderno nuevos.


León M.N. Nov. De 2013.
*
Topar: Hallar casualmente: Salir al encuentro de viajeros.
Serendipia: Descubrimiento afortunado cuando se está buscando otra cosa.
Centón: Colcha de retazos.

Rapsodia: Composición formada por fragmentos de otras canciones. 

VECINDADES


VECINDADES

De pronto lo invadió la soledad y quedó apresado de silencio. Hasta se le borraron sus recuerdos y también los que de él tenían quienes fueron sus amigos.

Tomó la consistencia brumosa de la neblina paramuna, y apoyado en ella y en el olor a humo que quedó formando parte de su ruana, se le siente deambular por las calles empedradas.

Sabemos que anda por ahí cuando nos llega ese helaje como de cadáver en velorio y también porque los perros, con el rabo entre las patas y cabecigachos dan un rodeo como esquivando una presencia extraña y atemorizante.

Cuando paso a su lado se queja, y su queja, que se va con el viento, espanta a los vecinos que al escucharla se persignan.

A mí se me eriza la piel, no de miedo, de una tristeza como la que trae la llovizna que cae en la madrugada. Esa tristeza que se mete en los huesos y que al brotar por los ojos los arruga y envejece.

Es como cuando vemos a un extraño, y se nos hace familiar. Lo sentimos querido y le quisiéramos hablar, o haber tenido la oportunidad de hablarle. Es esa certeza de que está presente allí y al mismo tiempo la certeza de que ya se ha ido y que nunca lo hemos conocido. La certidumbre de haber perdido la oportunidad de ser su amigo.

Y de pronto, así como llegó con el silencio, se aleja o mejor dicho: sabemos que se ha marchado porque nos queda esa sensación electrizante, jadeamos y el corazón queda con un apuro incomprensible. Miramos en derredor y no vemos ni sentimos nada. Y esa es la mejor prueba de que estuvo a nuestro lado, pues en el silencio sentimos su vacío.

León M.N. Nov. 6 de 2013.


lunes, 11 de noviembre de 2013


¿MAÑANA?
Cómo todo cambia, transmuta y se retuerce…
Y lo que hasta ahora me parecía imposible que cambiara:
El futuro.
También cambia.
Ya no es el mismo.
El futuro de antes era claro, entusiasmaba.
Aun en los días más aciagos,
Era de esperar que fuese hermoso.
Así lo veían los niños, las madres, las abuelas.
Los viejos que afilaban azadones
Lo esperaban remangados
Y con la ruana echada para atrás, hacia la espalda.                                                 
Los jóvenes se casaban y de puro placer de vivir
Se embarazaban.
Y parir los hijos era un acto de fe frente al futuro.
Era común ver a los abuelos sembrar maíz
Y también cedros, robles y caobas…
Tenían tiempo para esperar que florecieran.
Y a la par que brotaban las semillas,
Los abuelos preparaban los serruchos
Vislumbraban los pilares de la nueva casa
Los muebles y la cuna de los nietos.
Era como ver el horizonte y sobre él
Las nubes cargadas de lluvias bienhechoras.
Hoy el futuro trueca en incertidumbre,
En nubarrones negros donde vienen cabalgando
La desesperanza, la incredulidad y desconfianza.
El futuro no se le desea vivir a quien amemos.
Es como una condena injusta, una pena inmerecida
Y sin escapatoria para los que ya estamos aquí.
Se está construyendo hoy sobre un pantano
Que ha sido desecado con escombros de injusticias
Con fardos de rencor amarrados con mentiras.
Con expedientes de impunidad en alijos escondidos.
El futuro es como la garganta de un precipicio oscuro
Abierta en el camino de una caravana de viajeros.
Es la concavidad sin fondo que se abre antes de la ola.
El futuro es para mí una larga noche
En la que vago sin encontrar la madrugada.


León M.N. Nov. 8 de 2013.

UNA GOTA DE ROCÍO

Una gota de rocío este planeta
En el inmenso océano que imagino es el universo.
Y sus distancias…vecindades,
Donde lo increíble es que nos hayan cabido las fronteras.
Y su tiempo…ha transcurrido
Entre el batirse de las alas de una mariposa
Y el inicio de la tempestad que ellas  provocan.

Somos tan grandes, llenos de aromas,
Imbuidos de vida a tal extremos,
Que puede comparársenos al potencial que tienen
Las esporas que se adhieren al envés de los helechos,
Potencial que sin duda repoblará todas las selvas.

Y nuestro evolucionar ha devenido hoy
En logros tales que son parte
De la luz que se refleja
En un cristal del hielo
Que pende de cualquiera de los filamentos
De algún bosque de pinos en invierno.

Oh, la humanidad y los humanos que hoy la conformamos:
Inmensos de egoísmo, henchidos de vanidad y suficiencia,
Capaces de destruir el futuro al que estamos convocados
Y la nave en la cual debemos emprender el viaje.

Oh la humanidad y todas sus estupideces…

León M.N. Nov.10 de 2013.




martes, 5 de noviembre de 2013

MIGRANTES NO, HABITANTE




MIGRANTE NO, HABITANTE.

Hay cosas que me causan emoción y lo han hecho siempre de una manera íntima, callada; sospecho que tal vez sólo mis ojos lo revelan… No lo sé.

Me emociona llegar a una estación de trenes, a una terminal de buses, a un puerto, a un aeropuerto.
Ver el ajetreo de viajeros que llegan y que parten. Se abrazan, se besan, lloran de alegría por encuentros y de tristeza por las despedidas.

Vistan de manera festiva, casual, típica, exagerada o despreocupada, para mí siempre será llamativos sus atuendos. Muchos van tocados con turbantes llenos de colores o cubren sus cabezas con sombreros de paja, tela o fieltro. Algunos los adornan con plumas y a las señoras les gusta llevar en ellos un ramillete de flores, velos y aves. He visto familias enteras con diademas como crestas  tropicales. Hay quienes se adornan con pañuelos, con chales que dejan caprichosamente sobre sus hombros. Para otras no son adornos lo que llevan, son paños que pudorosamente, ocultan cabelleras y hasta pálidas telas sobre el rostro que sólo dejan descubiertos bellos ojos.

A la cintura se ciñen: correas, cinturones, fajas, cíngulos o simples telas que ajustan faldas, faldones, pantalones anchos o ceñidos. De esas cinturas penden machetes, dagas, espadas o navajas.

Caminando, corriendo o esperando, unos van con enormes pies desnudos o calzados con albarcas, guaraches, botas, o botines. Sandalias cubiertas de piedrecitas que brillan, o arrastran pesadas y altas botas o bellos zapatos labrados en madera.

Me gusta mirar los cuellos, los brazos, las narices, los tobillos, las orejas. De ellos cuelgan metales que relumbran, se mecen, tintinean. Destellan como soles, como gotas de roció. Despiertan envidias y codicia, sean finas, bellas, costosas o comunes baratijas. Imprimen gracias a quien las luce y adornan las sonrisas de las niñas y hacen brillar los ojos de  galanes que las miran.

Llevan maletas, bolsos, morrales y canastas. Y con cuidado como acunados, en los brazos, pequeños paquetes hechos con primor, algunas veces adornados con cintas de colores, son regalos, presentes, dádivas, recuerdos…

Escucharlos hablar en diferentes lenguas y con diversidad de acentos es estar en medio de un coro que interpreta una hermosa polifonía.

Algunos lo hacen quedo y otros por el contrario gritan, vociferan y se escuchan carcajadas que son recibidas por otros con sonrisas.

En todos esos lugares que he mencionado y en los parques, las callejuelas, las terrazas, los cafés, los bares y cantinas, e increíblemente, también en las iglesias, se ven miradas fijas, penetrantes, lesivas. Unas atentas a los bolsos, las alhajas, los relojes de pulso y las billeteras. Son los cacos, raponeros, ladrones callejeros. Casi siempre son llamados Ratas y como éstas viajan por todo el mundo, muchas veces como Polizones.  Pero recostadas a los faroles en las tardes, paseando aparentemente despreocupadas por las calles medio oscuras, fumando cursimente un cigarrillo, se ven las putas. Ellas son parte del paisaje citadino y multicultural.

Pitan los trenes listos ya sobre los andenes y hacen que suenen sus campanas. Gritan los cláxones de los autobuses convocando a sus pasajeros. Las bocinas y altavoces de las salas de espera, con vos gangosa autorizan abordajes y anuncias naves que aterrizan. Vuelan gaviotas, garzas y pañuelos en los muelles y sobre las barandillas en la cubierta de barcos; unos que atracan y otros que se alejan.
 Para mí esa escena es como la obertura de la vida. El viaje es la más esplendida metáfora del existir y, la quietud, el sedentarismo, es como la resignación o antesala de la muerte.

Llegar a una ciudad extraña es para mí liberador y al mismo tiempo una excitante aventura: Los ecos que rebotando en las paredes llegan a mi oído, son música con color, timbre y ritmos nuevos, unas veces discordantes, sincopados, estridentes, pero siempre incitantes despiertan mi curiosidad y se me pegan a veces más que la toponimia, en ese sitio singular de mis recuerdos.

Y los olores… me llegan de golpe, como en tumulto pugnando por ser el elegido para que en el futuro yo identifique esa nueva cuidad o ese lugar hallado oculto en la geografía amplia del planeta. Olores vegetales, crudos, recién salidos de las tierras de cultivos. Puestos como bodegones en los canastos, expuestos sobre costales o petates de juncos coloridos y a la vista de los compradores transeúntes que desfilan eligiendo: sabores, fragancias, aromas, perfumes, madureces y colores.

Los olores cocidos, los que viajan en el vapor que despiden los fogones, los hornos, los calderos. Que son el resultado de la alquimia ancestral guardada por abuelas arrugadas, lozanas, flacuchentas, desdentadas; de moñas de cabelleras blancas o entrecanas. Olores que exhalan viandas servidas en vajilla individual para cada comensal o las ofrecidas en gran bandeja a toda la familia en derredor de ellas reunida.

Olorosos alimentos fruto del trabajo de los mayores y sazonados con amor, con hierbas y especias recogidas por las mujeres y los niños en las huertas que casi siempre están al lado de los corrales donde pacen las vacas y escarban las gallinas.

Algunas hierbas, raíces, hojas o cortezas de árboles aromáticos o medicinales son traídas, de las selvas lejanas y dispuestas en pequeños manojos se ofrecen a los compradores.

Pero donde los olores, los colores, los acentos, los diversos vestidos conforman una verdadera sinfonía, es en las plazas de mercado. Para mí no hay museos que quiera visitar, no hay catedrales que me inspiren recogimiento, ni teatros que exalten mi alegría, ni parques donde la diversión está más garantizada que en una plaza de mercado. Una plaza de aquellas que está en los barrios populares, cerca de la estación de buses o al lado de los puertos. Allí donde el pescado es fresco y los mariscos se cuecen enjugo de limón aderezado  con picantes recién llegados de las huertas. Allí donde el calor, el sudor de los braceros, los insultos, las maldiciones se mezclan con piropos repentinos y con los brillantes ojos de los niños que mordisquean mangos maduros y naranjas.

Quiero viajar por las costas y por las montañas. Adentrarme en las selvas por los ríos, circunvalar los lagos y visitar los pueblecitos que hay en sus orillas y quedarme largo ratos en los mercados. Desde la madrugada, cuando con la neblina llegan los primeros comerciantes y hasta el anochecer cuando por fin cierran los que atienden los negocios de café, los que venden chicha, vinos, mistelas, licores finos y otros destilados clandestinos.

Amo tanto las plazas de mercado, como odio las garitas donde vigilan los policías que piden pasaportes. Detesto los policías aduaneros que  esculcan indecentemente los equipajes de mis amigos los migrantes. Quiero una epidemia que nos haga olvidar la xenofobia, el miedo a la diferencia. Quisiera incendiar esas frías oficinas enclavadas justo allí donde disque cruzan las invisibles líneas de las estúpidas fronteras.

Quisiera emprender una cruzada para que de una vez por todas borremos las fronteras que nos separan a nosotros los humanos. Pero es una tarea imposible, borrar esas atroces líneas, pues ellas son invisibles. No existen ciertamente, pero más de seis mil millones de habitantes de esta nave, las creemos reales y es más, tememos cruzarlas y hasta nos sentimos extranjeros pisando algunas faldas de nuestra madre tierra.

Los Migrantes, jóvenes o viejos, aventureros solitarios o aquellos que huyen de su suerte o escapan de venganzas prometidas. Los que conforman familias que cargan con su sueño de echar raíces en otras latitudes, los que no pueden estar quietos pues los impulsa su curiosidad de ver nuevos paisajes en cada amanecer. Todos ellos cargan con su historia, con sus conocimientos, con su forma de hacer y de sentir. Con su organología a la que extraen notas, ritmos y compases, para ellos viejos y tradicionales y para nosotros siempre nuevos. Traen en su equipaje pequeñas bolsitas repletas de semillas que plantarán en las vegas de los ríos. Cargan con libros releídos aun repletos de sapiencia, con formulas para la fabricación de  medicinas, recetas culinarias, inventos por publicar e investigaciones en ciernes que quieren continuar cuando el viajar les deje un tiempo de reposo.

Cuanta riqueza en los bártulos de los migrantes, cuanta estupidez en el alma de todos los xenófobos.

León Montoya Naranjo.

Noviembre 3 de 2013.

lunes, 4 de noviembre de 2013

CON VOCACIÓN DE TANGO




POEMA CON VOCACIÓN DE TANGO.

Abajo el valle como de cristal azul oscuro.
La luna va dejando pinceladas sobre los pedruscos.
Sombras equinas pasean por la vega.
El viento oculto entre las sombras cómplices
Sopla la flauta que dejó escondida entre los pajonales.
Y yo aquí, habitado de añoranzas
Detengo la creciente  del río que quiere desbordarse.
Y canto y sin quererlo despierto con el canto mis fantasmas.
Regresar por los caminos que un día recorrí tan inconsciente.
Buscar en otros brazos los abrazos y una boca que me bese.
Y la compañía de los amigos que dejé sin despedidas.
Y el calor de los fogones que de joven no estimé.
Y una botella de vino que guarda aun dos tragos rancios.
Ir vagabundo queriendo hallar el hilo de aquella melodía
Que se perdió en el tiempo que fue y ya que no existe.
Abajo el valle oscuro y sin camino de regreso.
Y sabiendo que el futuro ya no es como el de antes.


León M.N. Nov. 3/13.