domingo, 29 de diciembre de 2013

EL LOCO DE LA CALLESITA

EL LOCO DE LA CALLESITA.
Cada mañana desde su percha,
O bajo del alero,
O arriba en la colina,
O en medio del  paseo,
Gritaba sus canciones.
Graznaba su relato.
Qué se yo… simulaba cantar…
…Era lo que le gustaba.
Las gentes abrían las ventanas
Y al escucharlo sonreían.
Paraban su ajetreo.
Pausaban sus quehaceres.
Y hasta le saludaban.
E  iluso complacido
Grita aun más alto,
Gesticula y gorgotea.
Y así fue cada día.
Y uno de esos días
No abrieron las ventanas
Y nadie sonreía.
Y el loco que cantaba
Pensó que molestaba
Cesó su canturreo.
Se fue callado y triste
Buscó en las rastrojeras
Y sólo halló heliotropo.
Compuso unos ramitos
Para adornar ventanas
Y enmudeció en la colina
El viento que soplaba.


León M.N. diciembre de 2013.

lunes, 23 de diciembre de 2013

DESPUÉS DE SIETE ECOS

ALLÍ NO MÁS DESPUÉS DE SIETE ECOS
Empeñando un gran esfuerzo y después de atravesar por una ruta sembrada de tropiezos, que crecen, florecen y dan fruto en la intemperie, preguntó:
¿Cuánto cree usted que aún nos falta?
Pensaría que sólo distamos de la meta, unos siete ecos, si descendemos por este cañón zigzagueante por el que asciende tronando el mugir del torrente que va precipitándose a su lado.
… Siete ecos… ¿y cómo habremos de crearlos por encima de este estruendo de cascadas sucesivas?
El eco no existe sino hay alguien que lo escuche y antes de eso: alguien o algo que lo haya provocado, interponiéndose frente al rumbo que las voces toman por sí mismas, o devolviendo los mensajes a quienes los hayan proferido.
Y avanzó en busca de la oportunidad de crear o encontrar su propio eco.
Confió en que la primera muralla que se alzara en el espacio de un silencio, acortaría la distancia entre él y su objetivo.
Gritó con voz que quería superar a la tormenta…
Y cantó como cantan las ballenas cuya voz atraviesa los muros del océano, como un llanto femenino inconsolable y quedo.
Y como las sirenas que desde los acantilados desvarían la conciencia de los marineros y se les unen tan pronto pierden el sentido, y su rumbo, y se van buscando no se qué, por los arrecifes que desde la profundidad del mar se erigen y apenas pueden rosar la espuma de las olas.
Cantó como cantan los vaqueros: Con esos cantos largos que son como lamentos desgarrados que a galope recorren las sabanas. Huelen a crines que en el viento flotan y a ijares bañados en espumas de sudor que fertiliza pajonales donde paren las vacas sus becerros.
Y unió su voz al ronco coro de quejas y protestas que sube desde los negros socavones donde el golpe de las picas se confunde con el de los tambores y con el latigazo que revienta sobre las espaldas  negras. Allí se encriptan el dolor junto con el odio en las entrañas del oro y del carbón de piedra.
Y tras una columnata interminable que remata en arcos de piedra labrada y en ladillos, se fue buscando una salmodia, con las esperanza de que concluyera en la explosión de un gloria y por lo menos en un rotundo miserere.
Y convocó a la ventisca, al vendaval, al tifón, al huracán, al ciclón y unido a ellos sopló tan fuerte como pudo.
Y su grito, y el canto de ballenas y el de las sirenas, y la voz de los vaqueros, y los arrullo y los alabados de las minas, y las salmodias desde los conventos y también el viento, se volvieron siete ecos que estallaron en medio del silencio y de esa forma se creó el vacío. El mismo vacío donde lo encontré tendido y muerto.

León M.N. diciembre de 2013.

lunes, 16 de diciembre de 2013

HURRA

HURRA

Reconozco que me he dejado llevar de mi lado pesimista, aunque en ocasiones no lo llamo así. En veces digo que es mi lado realista.

Y al hacerlo, veo el devenir, la historia, como una sucesión de nefastos ciclos repetidos.

O como una espiran precipitándose en un hueco sin fondo del que nunca habrá salida.

Guerras, inconsciencia, pillaje, corrupción. Siempre ha habido, sólo los protagonistas cambian.

Lobos con piel de ovejas en todas las esferas de las sociedades de toda época que hemos podido registrar y sin duda también en épocas anteriores a la invención de la grafía.

Guerra, inconsciencia, pillaje y corrupción, ejercida cada vez con nueva y mejor  tecnología, pero al fin y al cabo la misma maldita corrupción.

El mismo andar sobre un piso huidizo. Creyendo que avanzamos, cuando lo que avanza es el paisaje que nos hemos pintamos para hacernos la ilusión de que vamos progresando.

Pero hoy he decidido decir: Basta.

Voy a dejar de ser pesimista y gritaré de alegría por este nuevo día.

Grito mil hurras  desde mi azotea, pues hemos salido a manifestar en defensa de los árboles y a pedir que encarcelen las motosierras y las hachas.

Por qué seguir derribando las perchas donde las aves cantan y los micos dan cabriolas o se acicalan alumbrados por la luna.

Por qué seguir quemando el bosque que cuida el musgo, que nutre los arroyos, si aun no hemos podido fabricar el agua que es la vida.

Hurra por los estadígrafos y los periodistas que han encontrado irrefutablemente que hoy nuestra industria produce alimentos suficientes para nutrir a todo ser humano.

Hurra por los estudiosos que están tratando de lograr que esos alimentos lleguen a la mesa de todos los hambrientos.

Hurra por los que predican, y uno más por todos los que practican la acogedora y aleccionadora tolerancia con las diferencias.

Hurra por los que legislan intolerancia con la corrupción y educación universal, de alta calidad y gratis. Y un hurra con aplausos incluidos para los harán que esa ley se cumpla.

Hurra por los que meditando han encontrado que el agua es un bien común inalienable, un derecho básico de todo ser viviente.

Y mil hurras por quienes lograrán que así lo sea.

Hurra por los que han descubierto que la esclavitud aun existe y hurra por los que han decidido acabar con ella.

Hurra por los que practican la solidaridad a cada día, por los que trabajan por que se borren las fronteras.

Hurra por los amaneceres de nubes coloridas sobre un  firmamento azul cerúleo que aparece detrás de copos de neblina.

Hurra por ese sol que incendia la llanura y luego se hunde desnudo en mitad de la laguna, acompañado de un coro de grillos, de monos aulladores y de ranas que imitan a vaqueros.

Un hurra grande por la música que es la más cercana referencia de que si es verdad que existe Dios.

Y si es verdad que Él existe, un fuerte hurra para que deje de mirarnos desde lejos y se venga a ayudarnos a construir un remedo de su cielo aquí en la tierra.


León M.N. Navidad 2013.

lunes, 9 de diciembre de 2013

URGE UNA PEDAGOGÍA[IA POR LA PAZ


Señor Mauricio Vargas, Usted es sensato en sus comentarios periodísticos y a mí me parece, que no se deja fácilmente meter los dedos en la boca y que le interesa el futuro de este país y no solamente el suyo. Por lo anterior me atrevo a escribirle.
Usted sabe, como muchos colombianos que: De que la firman, la firman…
En la Habana firmarán lo que sea y a eso lo llamarán: LA PAZ
Pero usted sabe que eso no será ni de lejos: el inicio de la Paz.
Una firma protocolaria como esa que harán, no nos obligará a perdonar: ni a olvidar, ni a acoger, ni a abrazar, ni a no temer.
Esa firma no representará a todos esos bandidos y ellos no podrán abandonar sus cultivos de coca y marimbo, sus minas de oro y de coltan, sus rutas de narcotráfico, sus armas que les dan seguridad.
No soy tonto para imaginarlos: yendo a la nocturna a validar su bachillerato, después de todo un día en la rusa, echando palustre a sol y sombra. O yendo a misa o al culto, llevando a sus hijos de la mano. No me los imagino comiendo piquete en los pastos del Simón Bolívar o en el Parque Norte de Medellín.
No los imagino en internados de resocialización como los que tienen las mil y una organizaciones que luchan a favor de los narcodependientes o alcohólicos.
No, ellos no saben hacer otra cosa, que: imponerse por la fuerza, obedecer ciegamente al comandante, sin filtros éticos, ni morales. Y sobre todo su resentimiento y su amor natural por elevar su nivel de vida, los hará seguir deseando de manera fácil, los bienes ajenos y eludir el trabajo lento y abnegado.
Señor Periodista, es carajada que yo le siga diciendo a usted, lo que usted mejor que yo, ya sabe. Pero le ruego que utilice sus recursos periodísticos para insistir en que para lograr si quiera algo de paz al cabo de unas dos o tres generaciones, es necesario que se inicie ya un programa pedagógico serio que nos enseñe a perdonar a quienes no nos han pedido perdón. A acoger en nuestro vecindario, en nuestros colegios, en nuestras empresas a quienes hasta hoy sólo han tratado de destruirlas. Necesitamos asesoría psicológica y psiquiátrica para sanar de las heridas que por 60años o más nos han causado estos forajidos. Necesitamos que nos llenen de un carácter especial para no temer a los nuevos vecinos que llegarán a departir en nuestras fiestas patronales, mientras en el solar de sus casas, regaladas por el gobierno, esconderán las armas que les dan esa preponderancia de que siempre han gozado.
La paz no se decreta, ni se logra con una firma y una foto. Por favor cuéntenos qué es lo que ha ocurrido en Sudáfrica y en El Salvador, países donde ya la firmaron.
Confío en que haya alcanzado a motivarlo y que de esa manera ayude usted, con otros periodistas a que se inicie ya un programa masivo que nos prepare a nosotros: El Pueblo, para hacer frente a lo que se nos viene encima, con ese embeleco de querer amasar fieras.
Cordial saludo.

León Montoya Naranjo.