lunes, 9 de diciembre de 2013

URGE UNA PEDAGOGÍA[IA POR LA PAZ


Señor Mauricio Vargas, Usted es sensato en sus comentarios periodísticos y a mí me parece, que no se deja fácilmente meter los dedos en la boca y que le interesa el futuro de este país y no solamente el suyo. Por lo anterior me atrevo a escribirle.
Usted sabe, como muchos colombianos que: De que la firman, la firman…
En la Habana firmarán lo que sea y a eso lo llamarán: LA PAZ
Pero usted sabe que eso no será ni de lejos: el inicio de la Paz.
Una firma protocolaria como esa que harán, no nos obligará a perdonar: ni a olvidar, ni a acoger, ni a abrazar, ni a no temer.
Esa firma no representará a todos esos bandidos y ellos no podrán abandonar sus cultivos de coca y marimbo, sus minas de oro y de coltan, sus rutas de narcotráfico, sus armas que les dan seguridad.
No soy tonto para imaginarlos: yendo a la nocturna a validar su bachillerato, después de todo un día en la rusa, echando palustre a sol y sombra. O yendo a misa o al culto, llevando a sus hijos de la mano. No me los imagino comiendo piquete en los pastos del Simón Bolívar o en el Parque Norte de Medellín.
No los imagino en internados de resocialización como los que tienen las mil y una organizaciones que luchan a favor de los narcodependientes o alcohólicos.
No, ellos no saben hacer otra cosa, que: imponerse por la fuerza, obedecer ciegamente al comandante, sin filtros éticos, ni morales. Y sobre todo su resentimiento y su amor natural por elevar su nivel de vida, los hará seguir deseando de manera fácil, los bienes ajenos y eludir el trabajo lento y abnegado.
Señor Periodista, es carajada que yo le siga diciendo a usted, lo que usted mejor que yo, ya sabe. Pero le ruego que utilice sus recursos periodísticos para insistir en que para lograr si quiera algo de paz al cabo de unas dos o tres generaciones, es necesario que se inicie ya un programa pedagógico serio que nos enseñe a perdonar a quienes no nos han pedido perdón. A acoger en nuestro vecindario, en nuestros colegios, en nuestras empresas a quienes hasta hoy sólo han tratado de destruirlas. Necesitamos asesoría psicológica y psiquiátrica para sanar de las heridas que por 60años o más nos han causado estos forajidos. Necesitamos que nos llenen de un carácter especial para no temer a los nuevos vecinos que llegarán a departir en nuestras fiestas patronales, mientras en el solar de sus casas, regaladas por el gobierno, esconderán las armas que les dan esa preponderancia de que siempre han gozado.
La paz no se decreta, ni se logra con una firma y una foto. Por favor cuéntenos qué es lo que ha ocurrido en Sudáfrica y en El Salvador, países donde ya la firmaron.
Confío en que haya alcanzado a motivarlo y que de esa manera ayude usted, con otros periodistas a que se inicie ya un programa masivo que nos prepare a nosotros: El Pueblo, para hacer frente a lo que se nos viene encima, con ese embeleco de querer amasar fieras.
Cordial saludo.

León Montoya Naranjo. 

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