miércoles, 18 de septiembre de 2013

QUIERO LA PAZ

QUIERO LA PAZ.
Y que las armas sólo estén  en poder de quienes les demos por encargo: Defendernos.

Quiero arsenales oxidados y obsoletos, museos del terror que debemos evitar y que los obreros los fundan y con el metal purificado construyan azadones, arados, esculturas de Ninfas, Venus, Adonis y labriegos.

Quiero incinerar todos los cuentos infantiles donde la oscuridad de la noche infunde primitivo miedo.

Quiero la noche convertida en el patio donde se juega con luceros y es, para los enamorados, la emocionante expectación de amaneceres claros.

Que en las plazas y jardines todos podamos debatir nuestras ideas, y nos enorgullezcamos de la diferencia.

Que logremos matizar nuestras certezas con tonos encontrados en la paleta del vecino.

Quiero perdonar a quien reconozca su error y quiera mi perdón.

Quiero poder decirles al oído: perdóname tú, porque yo también te he odiado.

No quiero ser gobernado por quien anhela el liderato como cheque en blanco de inmerecidos beneficios. Por quien no ve en él, la responsabilidad y el deber impostergable del servicio y de su cumplimiento esperen sólo el honor de haber servido. Y menos aun quiero ser gobernado por quien está manchado por la sangre de sus hermanos, así los hayan creído enemigos.

Es mejor que les diga la verdad: no quiero ser gobernado.

Quiero vivir en paz y en medio de otros que también lo quieran y que a diario nos empeñemos en hacerla.

No quiero ser juzgado por quien quitó la vida a otros en juicios sumarios, en falsos positivos, o por quien inventó pruebas judiciales. Ni por quienes hicieron de las leyes un escabroso galimatías, de trampas, laberintos, instancias, impunidad y conveniencias.

No creo en el poder redentor que después de tantos siglos de fracasos, le reconocen a las cárceles.

Quiero a los enfermos del alma lejos de los niños.

A los incapaces de vivir en sociedad y respetarla,  alejados, donde no puedan hacerse mal, ni hacérnoslo a nosotros.

Creo en el continuo reiniciar después  de haber caído y espero la mano del vecino que me ayude.

Quiero que se callen todos los predicadores de etéreos cielos y a los recolectores de diezmos y limosnas, jubilados.  

Quiero en grupo a los más sabios que se esfuerzan por ser santos, ojalá viejos, para que lleven las teas en este camino que busca la verdad, la belleza y la felicidad.

Quiero la paz que es el respeto de la vida y del derecho ajeno.

Quiero equidad, justicia, que no es despojar, quitar, expropiar y repartir indiscriminadamente. Las riquezas son para todos pero no todos sabemos hacerlas florecer para el bienestar de todos.

Creo que el agua, como el aire y la tierra son propiedad común e inalienable.

Quiero que la milenaria transformación de los huesos de los dinosaurios en petróleo, siga su curso natural en las profundidades de la tierra.

Que el oro siga allí donde nació y que de vez en cuando la erosión causada por el arroyo lo saque a relucir sobre la arena y que por la sorpresa se abran los ojos de una niña y se ilumine una sonrisa.

Quiero que el carbón pueda tranquilamente florecer como diamante y solo aflore para nuestro placer cuando la tierra se estremezca.

Espero con ansiedad el día en que comer no sea el lujo de unos pocos y el hambre la certidumbre de millares.

Quiero un techo que proyecte sombra y abrigo a todas las familias que lo quieran, y que los que gustan de viajar, aquellos coleccionistas de paisajes, tengan siempre un lugar donde erigir sus carpas y a la orilla de un arroyo limpio puedan: contarle sus amores a la luna, extasiarse de placer al contemplar amaneceres o desnudos temblar de amor abrazados en los atardeceres. Y que nuevamente madruguen a la huerta, al molino y al horno que es el pebetero donde se fabrica el pan que es alimento y es perfume.

Quiero educación para todos, pero de calidad, con pertinencia y con propósito personal que busca la mejor ruta a seguir por el planeta, que es una nave a la deriva en el espacio sideral que es el futuro.

Quiero que todos los Templos, las Sinagogas, las Mezquitas y lugares construidos a los dioses, se conviertan en escuelas, teatros y museos; lugares de meditación y de conciertos.

Que se termine la división del espacio sagrado y el profano; y que todo espacio sea sagrado y allí cada uno se encuentre con su dios o con la soledad de no tenerlo.

Quiero tener grandeza para amar y reconocer valor a toda forma de vida.

Quiero tener paciencia suficiente para esperar que a la vuelta de unas cuantas centurias, habré sanado del dolor que he causado y del que me causan.

Quiero que permanezca firme mi propósito de no volver a hacerlo y mansamente no volver a permitir que me lo causen.

De verdad quiero la paz y sobre todo quiero que esto que hoy declaro, me acompañe en los años que me quedan por vivir, como mi credo y que quede a mis hijos como herencia.

Y para lograr todo esto, es preciso que me ayudes.


León M.N. Sept.2013.

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