PETRO Y SU
SOCIOLOGÍA DEL SIGLO XXI.
Anticipando mis
ruegos de perdón a personas coherentes, que han seriamente meditado sobre la
situación social de nuestra patria y que como yo no se encuentran a gusto con
esta sociedad arribista, clasista, racista, intolerante, discriminadora y
prepotente, tengo que decir, y antes de que termine su mandato, que me da
tristeza el socialismo del alcalde Petro. Si de Petro, el que será próximamente
presidente de esta nueva finca de Unasur, Alba y demás siglas del Castrochavismo.
Soy un atrevido
y lo reconozco. No me parecieron serios y respetables muchos de
sus planteamientos de campaña para gobernar a nuestra capital y hastiado de nuestro
mundillo político y periodístico me retiré casi por completo de ser un asiduo observados
y participante.
Pero como es
imposible aislarse totalmente, escuché eso de que Petro quiere construir
edificios multifamiliares para población pobre de la capital, en predios
habitados de tiempo atrás por las capas más pudientes de la capital, el estrato
seis.
Para mí, Petro
hace populismo del barato, el mismo que como guerrillero criticó a los
gobernantes y políticos de entonces.
Quiso posar de
redentor de nuestra patria y no sabe que ella es una comunidad de
nacionalidades y de pueblos. No un arrejuntamiento de personas y familias.
Ignora que una
comunidad es un ente vivo ligado por un entramado de vínculos y relaciones,
sociales, económicas, políticas y culturales.
No digo que esas
relaciones no puedan ampliarse, expandirse, mutuamente influirse y que si así
lo hicieren, llegarán a construir otra comunidad que evoluciona en una nueva. Pero
nadie podrá predecir que esa será mejor y más propicia a la felicidad de sus
integrantes.
Irrespeta usted
Señor Alcalde, no sólo a los que viven allí, en el estrato seis, donde usted
quiere trasplantar a otros, también irrespeta a los que quiere trasplantar.
Hace con eso
experimentos semejantes a los de Hitler en su época, sin importarle utilizar a
seres humanos como ratones de laboratorio. Y se sentará a observar los
resultados, y fríamente a opinar sobre sus sorprendentes resultados. O a
carcajearse de su gran logro de resentido.
Usted desconoce
qué significado tiene palabras de la jerga popular como: Vecino, comadre,
compadre, compañero, parce, primo, amigo, hermano. Expresiones como:
Hágame el favor
de…
Dice mi mamá que
si le fía…,
Vecino, si viene
mi hijo por aquí, bien pueda despacharle lo que pida, que yo arreglo con usted
en la quincena. Vecina, tenga la bondad de echarle un ojito al niño, mientras
voy por la leche hasta la esquina…
No, usted cree
que la vida comunitaria es acomodar donde quepan un amasijo de bártulos y sus
propietarios.
Si de verdad le
interesan las penurias de nuestras comunidades víctimas de la inequidad y quiere que no
pase en vano su gobierno, hay en la capital verdaderas mentes pensantes y
actuantes, que bien podrán diseñar ciudadelas favorables a la vida en
comunidad de vecinos. Dónde gocemos de los beneficios de la modernidad: Techo digno
y bello, parques, avenidas para carros y senderos peatonales, guarderías,
mercados cooperativos, acueductos y reservorios suficientes, casas de gobierno,
colegios y hospitales, teatros, centros deporticos. Constrúyalas en el sur, en
el norte, al oriente o al occidente, pero muestre más consideración por las personas
que va a poner a convivir. Los ciudadanos no somos vacas a juntar en un
potrero.
Pero no usted
muestra a todas luces que es un resentido, incapaz de tomar en cuenta hasta la
opinión de sus amigos.
Y porque le
tengo mucha desconfianza, afirmo lo que he dicho pero no lo firmo.
Me horrorizo de
a dónde vamos a caer, con los estrujones que el gobierno nacional y algunos
como usted le están dando a esta pobre patria de mancos, ciegos, sordomudos.
Una comunidad es
una red de intrincados y sorprendentes vasos comunicantes. No es sólo una
aglomeración de techos y redes de alcantarillados. La cultura popular
Colombiana que resplandece y se expresa en medio de las dificultades de los
barrios del sur de Bogotá y de las comunas que trepan las faldas de Medellín,
merece dirigentes que conociendo profundamente su pasado y conviviendo
estrechamente con su presente, sean capaces de señalarles un futuro más
promisorio, que los abusos, las improvisaciones y las alcaldadas producto de la
arrogancia del poder, mezcladas con resentimiento social y miopía burocratica.
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