viernes, 21 de noviembre de 2014

PETRO Y SU SOCIOLOGÍA DEL SIGLO XXI.
Anticipando mis ruegos de perdón a personas coherentes, que han seriamente meditado sobre la situación social de nuestra patria y que como yo no se encuentran a gusto con esta sociedad arribista, clasista, racista, intolerante, discriminadora y prepotente, tengo que decir, y antes de que termine su mandato, que me da tristeza el socialismo del alcalde Petro. Si de Petro, el que será próximamente presidente de esta nueva finca de Unasur, Alba y demás siglas del Castrochavismo.

Soy un atrevido y lo reconozco. No me parecieron serios y respetables  muchos de  sus planteamientos de campaña para gobernar a  nuestra capital y hastiado de nuestro mundillo político y periodístico me retiré casi por completo de ser un asiduo observados y participante.

Pero como es imposible aislarse totalmente, escuché eso de que Petro quiere construir edificios multifamiliares para población pobre de la capital, en predios habitados de tiempo atrás por las capas más pudientes de la capital, el estrato seis.

Para mí, Petro hace populismo del barato, el mismo que como guerrillero criticó a los gobernantes y políticos de entonces.

Quiso posar de redentor de nuestra patria y no sabe que ella es una comunidad de nacionalidades y de pueblos. No un arrejuntamiento de personas y familias.

Ignora que una comunidad es un ente vivo ligado por un entramado de vínculos y relaciones, sociales, económicas, políticas y culturales.

No digo que esas relaciones no puedan ampliarse, expandirse, mutuamente influirse y que si así lo hicieren, llegarán a construir otra comunidad que evoluciona en una nueva. Pero nadie podrá predecir que esa será mejor y más propicia a la felicidad de sus integrantes.

Irrespeta usted Señor Alcalde, no sólo a los que viven allí, en el estrato seis, donde usted quiere trasplantar a otros, también irrespeta a los que quiere trasplantar.

Hace con eso experimentos semejantes a los de Hitler en su época, sin importarle utilizar a seres humanos como ratones de laboratorio. Y se sentará a observar los resultados, y fríamente a opinar sobre sus sorprendentes resultados. O a carcajearse de su gran logro de resentido.

Usted desconoce qué significado tiene palabras de la jerga popular como: Vecino, comadre, compadre, compañero, parce, primo, amigo, hermano. Expresiones como:

Hágame el favor de…

Dice mi mamá que si le fía…,

Vecino, si viene mi hijo por aquí, bien pueda despacharle lo que pida, que yo arreglo con usted en la quincena. Vecina, tenga la bondad de echarle un ojito al niño, mientras voy por la leche hasta la esquina…

No, usted cree que la vida comunitaria es acomodar donde quepan un amasijo de bártulos y sus propietarios.

Si de verdad le interesan las penurias de nuestras comunidades víctimas de la inequidad y quiere que no pase en vano su gobierno, hay en la capital verdaderas mentes pensantes y actuantes, que bien podrán diseñar ciudadelas favorables a la vida en comunidad de vecinos. Dónde gocemos de los beneficios de la modernidad: Techo digno y bello, parques, avenidas para carros y senderos peatonales, guarderías, mercados cooperativos, acueductos y reservorios suficientes, casas de gobierno, colegios y hospitales, teatros, centros deporticos. Constrúyalas en el sur, en el norte, al oriente o al occidente, pero muestre más consideración por las personas que va a poner a convivir. Los ciudadanos no somos vacas a juntar en un potrero.

Pero no usted muestra a todas luces que es un resentido, incapaz de tomar en cuenta hasta la opinión de sus amigos.
Y porque le tengo mucha desconfianza, afirmo lo que he dicho pero no lo firmo.

Me horrorizo de a dónde vamos a caer, con los estrujones que el gobierno nacional y algunos como usted le están dando a esta pobre patria de mancos, ciegos, sordomudos.

Una comunidad es una red de intrincados y sorprendentes vasos comunicantes. No es sólo una aglomeración de techos y redes de alcantarillados. La cultura popular Colombiana que resplandece y se expresa en medio de las dificultades de los barrios del sur de Bogotá y de las comunas que trepan las faldas de Medellín, merece dirigentes que conociendo profundamente su pasado y conviviendo estrechamente con su presente, sean capaces de señalarles un futuro más promisorio, que los abusos, las improvisaciones y las alcaldadas producto de la arrogancia del poder, mezcladas con resentimiento social y miopía burocratica.

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