LABRANZA.
Cada día un nuevo dolor y esta orfandad de antiguas
alegrías.
Una bellaquería más, y un nuevo crimen y nuevas
tropelías.
Y mi mirada clavada entre los cerros
por los que debe salir el sol anunciado por trompetas.
Mi voz cansada de rezar y de arengar
y mi garganta sangra,
mis ojos como dos pozos secos
mis manos ampolladas y vacías,
le pesan a mis brazos como ramas caídas.
La que fue mi parcela abandonada,
y amellado mi azadón se oxida moribundo entre el
rastrojo
León M.N. Nav. 24 de 2014.
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