POR LOS
CAMPOS DE IGUALA
No quisieron quedarse mis versos como cosa a
ser declamada y escuchada.
Se quedaron pidiéndome que los
escenificara.
Quisiera ser dramaturgo y ponerle un coro
que cante igual que la noche oscura,
distintos llantos, gritos y sollozos.
Voces
y rumores de gentes y de animales de la noche.
Luces muy tenues y otras titilantes y un
fuerte olor a copal.
La soledad oscura larga, larga…
Y entre ella, sombras de diferentes grises
deambulan.
¡Hay alguien por aquí…!
quí…
quí…
quí…
quí…
quí…
El eco les responde.
Sobre un silencio negro
a lo lejos y bajo las nubes
el reflejo de una ciudad dormida.
¡Muchachos… ¡
chos…
chos…
chos….
chos…
chos…
Un grito esperanzado llama.
Rezos y cuchicheos quedos.
Proponen direcciones, atenciones, rumbos…
Y una voz varonil que llora
rasga la cortina negra de la noche:
¡Chamacos…!
cos…
cos…
cos…
cos…
cos…
Sin hacerse esperar el eco le responde.
Luces titilantes parpadean confundidas con
luciérnagas.
Se dispersan, reagrúpense, avanzan,
Y unas retrasadas impelidas a seguir
gritan gimiendo:
¡Hijito…!
to…
to…
to…
to…
to… les contesta el viento.
Ranas que croan escondidas tras la noche
Y el ulular y el viento.
Y en lo alto, astros como ojos impasibles miran.
Y de una garganta que solloza y sangra,
una pregunta de dolor se escucha:
¡Dónde están…!
tán…
tán… tán…
tán…
tán… Como campanada les repica el eco.
Y un reclamo de dolor y de desesperanza
¡Regresen…!
sen…
sen…
sen…
sen…
sen… Ha escuchado el eco y les devuelve.
Candiles, linternas vacilantes y en vasijas de borro se
quema el copal y el humo asciende.
Premoniciones, anticipo de ceremonias fúnebres… Si… len… cio.
Y
amaneció la claridad de un día indiferente
y dentro
de la bastedad de una llanura sin paisaje que emocione,
pudo
verse lo enorme, lo profundo, lo cruel que es el silencio.
León M.N, Nov. 18 de 2014
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