viernes, 17 de octubre de 2014

ESENCIAL XI

VOLVER A VIVIR LO YA VIVIDO.
Casi todo lo vivido, lo presenciado,
Lo que alguna vez experimentamos y sentimos.
Aquellas cosas que nos rodearon sin quererlo,
O las que codiciosos en nuestro lugar atesoramos.
Las personas y los grupos a los que llegamos para ser familia.
Los que elegimos como amigos,
Y los que tuvimos que aceptar por compañeros
En éste continuo mudar de ubicación, de posición, de alternativas.
Los lugares y cada uno de los paisajes que vivimos.
Los perfumes de flores, viandas, bosques, pueblos y desiertos.
Los que arrastran las corrientes del viento y de las tempestades.
Aquellos familiares, amigos, compañeros
O simplemente prójimos que alguna vez rechazamos y eludimos.
Los sonidos de llamados, las voces ancestrales, los dejes de paisanos.
Los cantos que hacen eco dentro de nosotros,  
O en el espacio que con otros compartimos.
Los versos, las canciones de amor, los himnos
Y aquellas tonadas de desconsuelo, orfandad o de desesperanza.
Todas esas cosas, sentimientos, lugares y personas
Nos dejaron su impronta, en ese extraño lugar que es el recuerdo.
Poro no las hallamos disponibles a capricho.
Nos eluden, nos huyen cuando queremos apresarlas.
Se esconden en medio de una ráfaga de viento.
Se insinúan como Eros detrás de un velo al que la brisa mece.
Se van sin que podamos definirlos, a horcajadas en el lomo de perfumes.
Huyen de la mano de las sombras que provoca el sol.
O de las sombras que nadie sabe quién provoca.
Llegan algunas veces en el timbre de una carcajada.
Con el olor del humo o con su danza en el espacio antes de desvanecerse.
En el sonido que sorpresivamente nos llega cuando el autobús dobla una esquina.
Impresos deliciosamente en la carta de los restaurantes,
O reflejados en el cristal de las copas en los bares.
Los recuerdos nos llegan cuando menos lo esperamos,
Pero nunca, casi nunca cuando los buscamos.


León M.N. Septiembre de 2014.

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