BALCONES
Tantos balcones y nadie asomado atisbando el
horizonte.
Ninguno mira acercarse: la luz, la briza, las auroras,
los ocasos.
Y mis pisadas silenciosas sobre el pavimento.
Tantos balcones y nadie extasiado mira alejarse
Los penachos blancos de los trenes, sus silbidos, sus
campanas.
Y mis pies no dejan huella sobre el empedrado.
Tantos balcones sin enredaderas,
Algunos bejucos marchitos solamente.
Y mi deambular extraviado en las esquinas.
Tantos balcones desnudos como ramas de las que no
cuelgan nidos.
En las que no se posan silbos, trinos ni graznidos.
Y mi errar sin rumbo, sin ruta, ni motivo.
No percibido el viento los visita.
Descuidadamente les barre el polvo.
Y mi caminar por la vereda sin proyectar su sombra.
Tantos balcones y cerradas sus cortinas.
Rotas sus celosías, empañados sus cristales.
Y mis pasos vagabundos huérfanos de resonancia.
Tantos balcones sin novias expectantes,
Sin serenatas, sin canciones de amor y sin promesas.
Y mi andar detenido bajo las tejas del alero.
Tantos balcones de ventanas ciegas
Con pilares por los que trepan las gatos en la noche
Y mi ronda vigilada desde la cornisa por un búho.
Tantos balcones ociosos, vacíos, sin oficio…
León Montoya Naranjo. Oct. De 2014.
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