jueves, 24 de diciembre de 2015

TROPICALIA

TROPICALIA

No pude despegar mis ojos de la belleza que tienen los cuerpos surgidos de la mezcla de razas que hay en los puertos, donde hace siglos tienen por costumbre llegar barcos empujados por aventureros.
Huele a pescado frito y a ron diluido con agua del fruto de los cocoteros.
Por la playa, por las calles y aun en los corredores, las caderas se mueven como invitaciones a pecar: Así de descaradamente.
Las hamacas se guindan de cualquier artilugio que pueda sostenerlas.
Son cómplices de la pereza y de la imaginación exaltada por las olas. 
Un sol de bronce vivo se adhiere a las espaldas de bañistas y de pescadores.
Y la cumbia nace en las plantas de las niñas que se alzan las faldas para bañar sus pies con la marea, mientras sostienen una vela en la otra mano.
Un demonio juguetón se cuela a la fiesta en las fogatas.
Al alba se arrastran las canoas a la playa.
Con largos remos, son  llevadas mar a dentro, hasta donde ya no se sientan los olores de la playa.
Esperanzadas las siguen las gaviotas.
Al despertar pongo mis ojos sobre las luces de horizonte, que se confunde con la luz de los luceros.


León M.N. dic. 22 de 2015.

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