jueves, 24 de diciembre de 2015

Perdón = olvido

En estos días que corren”, y no me refiero, como es natural al escuchar la anterior expresión, a los días cercanos al presente. No, me refiero a los días que corren desde que a alguien se le ocurrió guardar por escrito la memoria de los días tal como él particularmente los vivió, o mejor, tal como pudo describirlos y considerar los hechos de los que fue testigo y como pudo expresar los que otros le relataron.
Si, en estos días que vienen transcurriendo desde que alguien inventó la grafía y otros algunos, consideraron ese hecho milagroso, porque salvaría a la especie humana del olvido. Desde ese día nos hemos empecinado en recordar y  llorar por los recuerdos.
Cuando asistía a los rituales católicos que en mi juventud, eran recitados en latín; el sacerdote decía: Memento… y seguía con una retahíla incomprensible para los vulgares asistentes. Luego supe que Memento traducía, recuerdo.
No se me olvidan mis experiencias de investigador de culturas, cuando descubrí que en los rituales de  diferentes culturas primitivas y de muchos grupos contemporáneos, se dedica un tiempo y momento especial a recordar hazañas de antepasados, de ancestros, de héroes, de dioses y de semidioses. A aprenderse sus gestas, casi todas imaginarias, ensangrentadas y violentas y a recitar su genealogía, como parte de un ritual de enraizamiento, como signo de pertenencia, de feligresía o de adopción de creencias y sentimientos, entre ellos sus odios y propósitos de venganza.
Somos herederos del miedo de perdernos. Del miedo a no saber de dónde venimos, pues se nos ocurre que en algún momento del existir caótico y sangriento en que siempre hemos vivido, debiéramos regresar, para salvar la vida o para volver a empezar de cero este camino que de forma tan fallida hemos recorrido hasta aquí.
Me ha tentado a cavilar sobre éste tema una cita del Señor Wade Davis en su libro El Rio, que actualmente estoy leyendo. Él dice que en guaraní las palabras Perdón y Olvido son la misma. No dejan de admirarme los indígenas con su sabiduría. Es que si yo sigo recordando lo que los colombianos nos hemos hecho a nosotros mismos y lo que algunos colombianos me han hecho a mí y a algunos amigos y vecinos, no podré perdonar, ni mucho menos perdonarme.
Propuesta:
Por qué no, como una de las tareas necesarias en la era del Pos dialogo que estamos próximos a iniciar en virtud de que el tiempo se le está agotando al presidente Santos, no le echamos candela a todos esos museos y casas de la memoria que se han inventado y obramos en consecuencia con el idioma guaraní, donde Olvidar es igual a Perdonar.
León M.N. Dic.18 de 2015


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