QUIMERA.
Tanto dinero y tanta palabrería y tantas
fallidas esperanzas invertidas.
Tantas mentes exprimidas.
Tantas personalidades y tantos sabios a los
que se les han hecho malgastar su tiempo.
Tantas oraciones recitadas a tantos dioses
sordos.
Y tantos cantos a las vírgenes, a las que
sólo les alcanza el tiempo para llorar la ausencia de sus hijos.
Porque toda mujer a la que se le arrebata un
hijo se transforma en virgen.
Y todo hijo muerto en la batalla se convierte
en héroe, aunque ninguno en redentor.
Tantos oportunos consejeros y tanto
oportunista adulador.
Tantas experiencias maquilladas, tantos
espejos opacos en los que mirarnos.
Y tantas realidades de ficción.
Ni orador, ni sabio, ni experto, ni mucho
menos dios.
Ni valiente, ni soldado, ni héroe y mucho
menos redentor.
Tengo delirios de poeta y no quiero fungir de
historiador.
Me declaro profeta y, como profeta: el mejor.
La paz es una quimera:
Un
monstruo imaginario con cabeza de león.
No
quieras amansarlo para que duerma a tu rincón.
Tiene
cuerpo de cabra que sólo busca el monte y boca de dragón.
La
paz es una fantasía que se cree posible, pero no nos engañemos es sólo una
ilusión.
León M.N. Noviembre 15 de 2015.
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