jueves, 24 de diciembre de 2015

QUIMERA.

Tanto dinero y tanta palabrería y tantas fallidas esperanzas invertidas.
Tantas mentes exprimidas.
Tantas personalidades y tantos sabios a los que se les han hecho malgastar su tiempo.
Tantas oraciones recitadas a tantos dioses sordos.
Y tantos cantos a las vírgenes, a las que sólo les alcanza el tiempo para llorar la ausencia de sus hijos.
Porque toda mujer a la que se le arrebata un hijo se transforma en virgen.
Y todo hijo muerto en la batalla se convierte en héroe, aunque ninguno en redentor.
Tantos oportunos consejeros y tanto oportunista adulador.
Tantas experiencias maquilladas, tantos espejos opacos en los que mirarnos.
Y tantas realidades de ficción.
Ni orador, ni sabio, ni experto, ni mucho menos dios.
Ni valiente, ni soldado, ni héroe y mucho menos redentor.
Tengo delirios de poeta y no quiero fungir de historiador.
Me declaro profeta y, como profeta: el mejor.
La paz es una quimera:
Un monstruo imaginario con cabeza de león.
No quieras amansarlo para que duerma a tu rincón.
Tiene cuerpo de cabra que sólo busca el monte y boca de dragón.
La paz es una fantasía que se cree posible, pero no nos engañemos es sólo una ilusión.


León M.N. Noviembre 15 de 2015.

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