martes, 29 de diciembre de 2015

IN-CONDUCENCIA.

Subiré el cerro por la necesidad de abrazar a la montaña
y la repetición de este ritual dibuje
sobre esas empinadas cuestas,
mi caricia como una cicatriz grabada entre las piedras.

A los que en la primera alborada de los soles,
sintieron la necesidad de conversar con el viento en la colina,
los que quedamos ansiosos esperándolos,
los llamamos: padre, chamanes, sacerdotes.

Yo que no soy ni padre, ni chamán ni sacerdote,
interrogante subo abrazando los senderos.
Pido razones al cóndor de los Andes
Interrogo a musgoso petroglifos.

Aguzo mi oído al susurrar del páramo
que me llega desde los pajonales
y a las atronadoras voces que desde las salientes rocas
se despeñan por entre estrechos valles.

Hablan del extravío que sufrió mi tribu.
De una ruptura brutal, como descuartizamiento.
De un desbarrancarse del camino
que rompiera el hilo al que, desde algún inicio veníamos afianzados.

León M.N. Dic. 28 de 2015.


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