A LA ORILLA DEL ASOMBRO
¡Cómo
me gusto cuando amanezco así de florecido!
Se
oye la fronda al expandirse rodeando los
troncos que bailan en el bosque.
Despierta
el sol a los colores que duermen placenteros sobre las blandas esteras
vegetales.
Se
desperezan los aferrados a los riscos que pasaron la noche abrazando la luz de las estrellas.
Un
canto verde-azul, regala en medio del murmullo, el musgo que habita entre las
piedra.
La
danza abraza sol y sombra, y traspasa el dosel llevando un sable entre las
manos, convidada por el viento al regodeo.
Nado
embriagado en el rio de perfumes de largos dedos que al pasar, me rosan, me
acarician.
Cantos
multicolores trepan por las lianas, cosechando flores que llueven sobre el río.
Y
me cobija el manto de aguas cristalina que tejen la borrasca con agujas de
algas puntiagudas, sobre el telar del gris despeñadero.
Visto
mi capa de gotas de rocío recamada con luz de mariposas. Forman sus bordes un
canto de luciérnagas y la cierra un broche de miel de céfiro y trinos de
luceros.
Adormecido
en la balada del pantano donde navegan lotos sembrados por las ranas, me abraza
el sueño y me lleva cabalgando sobre un domo de palmeras de arco iris.
Es
mi deleite mirar desde lo la cumbre que forma este tornado alimentado por
suspiros de las olas a la luna, la sinfonía colorida que porta plumas como si
fuera guacamaya.
Desciendo
hasta tu encuentro por lozas de arreboles, cruzando el puente de recuerdos lánguidos,
construido en ladrillos de mistela de fruta azucarada.
Recojo
en el jardín del lago, un cardumen de besos que te ofrezco para luego yacer
sobre el amanecer dorado, tejido en trinos tenues, atados con hilos de rumor de
la quebrada.
Sobre
esta selva de cantos coloridos, brotan feraces perfumes nacarados, y una eclosión
de ramificaciones va formando una red de luces cual corola.
Fue
que llegué sin haberlo presentido, hasta el lugar de la alborada del olvido,
y desperté sin haber yo sospechado, en
la extensa llanura del asombro.
León
M.N. dic. 20 de 2015.
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