viernes, 26 de diciembre de 2014

TIEMPO SUFICIENTE

VEINTICUATRO HORAS PARA MORIR.

¿Y Cómo hacerlo en madrugada.
Cuando aun no se anuncia la alborada.
Rodeada de estrellitas y luceros
Sin la esperanza blanca
de tener como mortaja la neblina?

Y ¿cómo hacerlo cuando ya despunte el alba,
anunciada con clarines de horizonte.
Cuando inician los coros de turpiales
y se alborotan en sus nidos los cucaracheros?

Tampoco es buena hora
la de atizar el rescoldo en los fogones.
Cuando empieza a oler a pan
y se bate el chocolate en espumas de colores.

Esperar que inicie el trajín de las carretas.
Que se echen a vuelo las campanas.
La llegada de los peones hasta el corte.
Esperar a que se abran las escuelas.

No es hora de morir la del recreo.
Y estén saltando el lazo las niñas en los corredores.
Y los muchachos corren detrás de la pelota
o a la sombra de un naranjo compartan sus envueltos.

Tampoco al medio día.
A las doce las campanas cantan Ángelus,
No es hora de Réquiem todavía.
No, no es prudente morir a medio día.

No es hora conveniente
Ninguna de los intervalos de la tarde.
Debe darse prioridad a la partida del crepúsculo,
se va con garzas, alcatraces y con golondrinas,
y se lleva con ellas la nostalgia.
En la noche, dando oídas a un tiple,… una bandola.
Uno se muere dormido sobre el mar, sobre las olas.
Soñando revivir mañana y es posible que despierte,
Y si despierta será imposible que se encuentre a solas.

León M.N. Dic. 23 de 2014.


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