Visita al
Geriatico
Debo agradecer
la oportunidad que me brindan mis visitas a Ligia, pues allí encuentro temas de
meditación que me ayudan a ser mejor. (Creo yo, ojalá no me equivoque.)
Un concejo que
mis padres me dieron cuando niño fue éste: Debes ser comprensivo. Y comprensivo
tiene que ver con comprender la situación de otros, y entender lo que les
ocurre y por qué reaccionan conmigo de algún modo inquietante.
Cuando entro a
la casa de Ligia y saludo, casi todos me escuchan, me miran, me responden.
Algunos me
tienden amistosos y alegres su mano, y buscan involucrarme en sus
conversaciones soliloquias.
Me abrazan como
se abraza a un amigo que acaba de llegar y hasta me besan.
Y si les
propongo: vamos a sentarnos, lo hacen y si los invito a caminar, conmigo se van
por el sendero.
Una viejecita
muy alegre a la que le gusta bailar cuando oye música, sacó de su bolcillo una
galleta, me la ofreció y me dijo: coma. Y luego bailamos y volvimos a bailar.
Estaba muy alegre. Al dejarla nuevamente descansar en su sillita, le dije:
gracias, y ella me respondió: gracias a usted, muchas gracias.
Otra sonriendo
me preguntó: ¿Y cómo te pereció todo? Le respondí que muy bien, que muy bonito,
y ella sonrió de alegría y casi llora. Yo creo que ella andaba ese día en una
fiesta.
A quién verán
detrás de mis arrugas, de mi voz, y de mis gestos. Tal vez a los que ya los
olvidaron, o aquellos seres queridos para ellos, que viven tan atareados, con
sus agendas llenas de importantes compromisos.
Quién vendrá a sus
mentes al ver mis ademanes, al percibir mi loción y el rose de mis manos. Tal
vez a alguien que amaron, cuyo nombre se les escapa entre neblinas.
Será que cielo
algo tiene que ver con una vida sin recuerdos. Un permanente presente del que
se van yendo paulatinamente las ansiedades, los planes y el postergar de tareas
junto con los remordimientos.
Yo quiero pensar
que sea así. Sobre todo cuando me mortifico queriendo saber qué pasa por su mente y veo
que ella me mira, me sonríe y parece no inquietarle lo más mínimo que pase por
la mente mía.
La veo en paz y
espero que así sea.
León M.N.
Septiembre de 2014
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