VIBRACIONES
Cuando amanezca
saldré de entre las cobijas y también de
la ignorancia o de mi incertidumbre.
No precisamente
cuando amanezca; debe ser antes de que esto ocurra, porque sólo así estaré
seguro de que es verdad lo que ahora estoy pensando:
He llegado a la
conclusión, a la certeza de que las montañas no son de tierra, ni los árboles
de madera, ni las piedras son de piedra. Y que el agua no es un líquido que
fluye, se congela y se evapora. Y los colores no son algo que está adherido a
las cosas coloradas.
Nada de eso es
verdad. Todo lo que vemos y sentimos es una gran mentira. Bueno, no digamos que
mentira, es una ilusión. El producto del espectáculo de un gran mago
ilusionista, y nosotros, todos nosotros y lo que nos rodea, somos producto de
sus trucos, somos fantasía.
Cuando me
levante mañana podré comprobar que sólo existe el vibrar, las vibraciones.
Me daré perfecta
cuenta de que cuando ellas salen, nos hacen aparecer: cosas, personas, eventos
y los animales y hasta los sentimientos, los propósitos, las intenciones, son
apariencias dibujadas por las vibraciones.
Antes de que
salga el sol, que es la punta de la varita mágica del gran mago que les he
revelado; se sentirá un estremecimiento ondulante que recorrerá toda la
oscuridad. Y rápidamente una incitación electrizada con apremio irá disponiendo
el escenario.
De las tinieblas
que aun habrá a aquellas horas tan tempranas, se irá borrando lo tenebroso de
la noche. Solamente quedará lo que llamamos sombras, que son muy útiles, pues
con ellas apreciamos: la profundidad, el peso, la textura y las formas.
Aquellas que va tomando la ilusión por causa de la vibración, y que crea el
lugar en donde estamos, el entorno
reluciente que habitamos.
Se verán primero
unos como rabitos de luciérnagas que alumbran. Primero uno muy pequeño y luego
otro y otros. Se verán como volar, o navegar o serpentear por el espacio. Y
digo espacio, por decir algo, pues aun no hay nada que se vea. Solo estará la
vibración de que ya he hablado y serpenteando titilosos; esos que yo llamo
rabitos de luciérnaga.
Se encenderán
unas alucinaciones extendiéndose en distintas direcciones como ramas de árboles.
Refulgirán deslumbramientos como flores. Y titilantes vibraciones les darán
colores embrujantes.
La fascinación,
que es una vibración más menudita, se regará como vaho de neblina en un
estanque. Allí veré reflejos de la aurora formada por el vibrar de
chispitas de colores, que andarán construyendo
los jardines, los parques y los bosques.
De ellos se
colgarán columpiándose: el celaje, la neblina, el vapor y la briza matutina,
que aunque vibra, no se le puede ver pues no se le pega la luz que es la
vibración más fina.
Y cuando logre
mirar al horizonte, que es donde la vibración se vuelve una rayita que va como
dibujando todo lo que en los extremos del espacio ha hecho, podré ver:
espejismo, ensueño, fantasía y provocaciones.
Sin duda tendrán
forma de: montañas, de nueves, riscos, precipicios, volcanes y en ocasiones
tomarán apariencia de cascadas, de ríos, de caminos y hasta de caravanas que
van en procesiones y migran sin respetar fronteras. Pero no, no hay que caer en
esa trampa, esas son otra clase particular de vibraciones.
Más o menos de
esa forma es que el mago de la varita destellante, construye lo que los poetas
llaman alborada. Le fabrica un aura que rutila y espejea en lentejuelas. Ah,
se me olvidaba que también le agrega vibraciones que producen música, diga
usted: trinos de pajaritos escondidos, bramar de becerros, validos de cabritos,
relinchos, maullidos, ladridos y algunos kikirikies. Todo eso envuelto en el susurro
de la briza, rumor de quebraditas y zumbidos de abejas colmeneras.
Las vibraciones
de tripas de gato y los metales, para poder existir se inventarán: los
violines, los chelos y los contrabajos. Las guitarras, los tiples, las
bandolas, el arpa y hasta los pianos. Y cuando todos estos juntos, lanzan la
vibración de sus acordes, querrá decir que habrá concluido la obertura.
Esa es la señal
que dará el mago para anunciar que ha terminado de darle forma a la mañana y de
que va a empezar a fabricar el medio día.
Serán el momento
en que alumbren relumbros que deslumbran. Con precaución habré de cerrarlos muy
bien los ojos. Pero aun, con los ojos cerrados podré sentir el cosquilleo que
hará que se me ericen todos los pelitos sembrados en mi cuerpo, cuando la punta
de la varita mágica del mago, se eleve alumbrando, que es lo mismo que decir:
vibrando.
Ya no sólo se
tratará de rabitos de luciérnagas. A esa hora, todas las vibraciones alumbrarán con mil destellos. El
destello es una vibración tan fuerte que si nos descuidamos nos deja como
ciegos. Y por eso a los niñitos que juegan en las canchas, a esa hora, les
meten muchos goles, pues están encandilados.
Cuando se vaya
haciendo tardecito, el vibrar se tornará en seducción, ensueño y en delirio y
los enamorados correrán a buscar la lobreguez del monte. Mejor dicho se irán a
buscar la vibración de una sombrita.
Yo sé que allí
van a encontrarse con otras formas de vibrar: El frescor, el arrobo, el
embeleso. El encanto, la enajenación, el hechizo, el embrujo. Ojo pues
jovencitos les advierto, que esas vibraciones además de dulces, empalagan. No
vaya a ser que por andar tan extasiados
se les haga tarde para regresar a casa.
Si no se apuran
los agarra el desvarío, que es una vibración muy peligrosa. Sobre todo si los
ataca en el atardecer, poquito antes del crepúsculo. Esa vibración llega de la
mano del ocaso. Ambas tienen efectos vespertinos escondidos tras de dorados
arreboles, y enseguida que se apoderan de uno, se va la vibración, se atardece,
se anochece y se oscurece.
León M. N.
Septiembre 19 de 2014.
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