LA QUEMA DEL MUÑECO
Este es un asomo de resumen al conveniente análisis
crítico de lo que se ha dado en llamar, nuestro patrimonio cultural e
inmaterial, que la verdad sea dicha, debería convertirse en material y de esa
manera poderlo arrojar a la hoguera y quemarlo junto con el Muñeco de Año Viejo.
Tanta mezcla de tradiciones, plagio, chabacanería, desafueros, vulgaridad y
riesgos acumulados, nada o casi nada bueno aportan a nuestro folclor, o a
nuestro espíritu.
I
Ese vientecillo frio y fresco – que no es lo mismo – anuncia que
pronto asomará el sol por entre las hendijas que en las paredes del bahareque
el tiempo ha ido formando.
Rengueando, ella ya recorría la pequeña casa. Trataba de acomodar el
inacomodable desorden de mantas, costales, trapos, trastos, tiestos. Herramientas
que guinda desde siempre en garabatos colgados de las paredes y la biga. Papeles,
viejas litografías ya borrosas, que en las paredes ocultaban orificios, y en la
pequeña troje a modo de despensa, algunos tubérculos, unos cuantos plátanos y
algunos tarros con restos de granos, sal y miel de panela.
Hablar sola se le volvió costumbre desde el tiempo en que, sin poder
hacer su duelo, regaña a su marido por haberse muerto antes que ella, dejándola
íngrima y al desamparo en esta loma alejada de todo. No sólo increpa al difunto
por su temprana muerte, también le enrostra el quedarse callado antes sus
reproches y preguntas.
Salió hasta el quicio de la puerta y desde allí, con las manos
empuñadas sobre sus cuadriles, miró sin querer mirarlo el amanecer, y tomó en
voz alta esta resolución:
Lo que es hoy se va este viejo verraco, con todos sus chiros y
recuerdos… Se va para la puta mierda.
Y entró pateando estorbos, mascullando improperios, planes y algunas oraciones.
Con suerte hoy es cabo de año. Convertiré todo este arrume de
trapos, calzones, franelas y hasta el sombrero de fieltro que dejaste casi
nuevo, en mi Muñeco de Año Viejo. Y a media noche te hecho candela, para que de
una vez por todas te vayas a los profundos infiernos, viejo malagradecido.
II
La Barra, El Parche, lo que antes llaman La Gallada, mejor dicho La
Pandilla del barrio, como de costumbre, comenzó poco a poco a reunirse en la
esquina frente a la cantina.
-
Qué mamera de día.
-
Huy mano, qué desparche y yo
sin unas lucas.
-
Disque día de fiesta… qué
chimbada de Año Nuevo…
-
Case a ver güevón, cuánto trae.
-
Pa´qué marica.
-
Pa´los chorros, los puchos y el
muñeco. Pa´qué otra cosa va a ser güevón. No ve que hoy es Noche Vieja.
Y entre todos juntaron como treintaicinco lucas. Era poco pero convidaron a otros manes que faltaban para
que aportaran. También acordaron pasar por sus casas, a pedirles a las cuchas
que les regalaran ropa vieja, trapos de remiendos, cabuya o piola, alambre,
garras rotas o sombreros viejos. Todo lo que pudiera servir para armar el
Muñeco de Año Viejo.
Mientras rellenaban con trapos, viruta y pólvora, los calzones
viejos de algún difunto padre y la camisa del hermano encarcelado, se iban
rotando la bareta, que increíblemente daba vueltas y vueltas, y aun no le
quemaba las uñas a ninguno de los aspirantes escultores, que danzaban alrededor
de su muñeco.
Con una camiseta que fue blanca, rellena de estopa que les regalaron
en un taller de latonería y pintura, le fabricaron la cabeza. Le pintaron ojos,
y bigote mejicano y le pusieron un sombrero. La ensartaron en el zoco de una
trapeadora vieja y de esa manera la adosaron al cuerpo del muñeco regordete,
que otros ya tenían sentado en uno de los taburetes de la cantina, abrazando la
botella de guaro que bebían.
Le pusieron diferentes nombres mientras rotaba el aguardiente que bebían
a pico de botella. Unos lo llamaron Patrón, otros le decían Don Pablo, hasta
que alguien dijo:
- Respeten malparidos que si éste es el Patrón,
entonces no lo quemamos. Éste hijueputa muñeco, representa la malparidez que
hemos sufrido todo este año y por eso lo vamos a quemar a media noche, para que
nos vaya bien en Año Nuevo.
- Sisas parce.
III
Luego de varias horas de paseo, la cabalgata llegó a la casa de la
finca.
Era una de las haciendas en tierra caliente del papá de uno de los
cabalgantes. Al llegar al patio primorosamente empedrado, salió un escuadrón de
peones, choferes y de guardaespaldas. Unos ayudaban a apearse a las señoritas,
otros sostenían las riendas de los
potros, mientras los patrones se bajaban y otros llevaban de cabresto los caballos hasta los
corrales donde les dieron de beber y los bañaron antes de dejar a cada uno en su pesebrera.
Un joven vestido de mesero y recién desempacado en la finca,
llevando su mano izquierda a la espalda y por delante la derecha empuñada a la
altura de la cintura, se acercó reverente al dueño de la fiesta – que no de la
finca – y le dijo: Qué ordena el patrón que sirvamos a sus invitados.
El joven traqueto lo miró lenta y burlonamente de los pies a la
cabeza. Le puso una mano sobre el hombro mientras con la otra se echaba para
atrás su poncho y le dijo señalando a la concurrencia: Esta manada de hijos de puta gotereros que viene hoy conmigo,
y todas las zorras que los acompañan, en su vida no se han tomado un sobo de
whisky. Así que sírvameles a todos
whisky en las rocas hasta que se les llene la barriga y el guargüero, y
tengan que salir de aquí haciendo gárgaras. Y agregó: y rápido hijueputa
mariquetas. Que no se note la pobreza y pregunte en la cocina si ya tiene lista
la comida. O habrá que mandar traerla al Inter de Medallo. Que me avisen, que
eso para mí no es ningún problema.
Dónde están los músicos. Que armen esa orquesta que para eso les
estoy pagando. Y la puta madre para el que no baile, que hoy se acaba el año y
si a mí me da la gana, también se le acaba el mudo a cualquier atravesado.
Música maestros mamones chupacobre.
El frenesí se apoderó de de todos los sirvientes, de todos los
niveles, pues todos quedaron nivelados por lo bajo. En boca del dueño de la fiesta,
ninguno de los presentes: Invitado, colado o sirviente, subía más allá del
rango de hijueputa, marica, zorra o puta.
Todos los invitados y colados comían, bebían y bailaban, y los
sirvientes, meseros, cocineras, palafreneros, choferes y guardaespaldas, como
un pelotón de guerrilleros en presencia de Tirofijo, permanecían a discreción
de lo que ordenara el patrón que se estrenaba como capo en ausencia del capo mayor
, que con sus amigotes hacía igual parranda en otra de sus fincas.
Acercándose la media noche se sirvieron cinco lechones asados, cada
uno con su manzana apretada entre el hocico, Dos terneras a la Llanera bien
distribuidas en largas varas. Tres pailas de un metro de diámetro repletas de
tamales. Muchas canastas con chorizos, arepas, morcilla y asadura. Yuca
cocinada con hogao y cazuelas llenitas de guacamole picante y dulce. De postre:
pailadas de natilla, manjar blanco, arroz con leche, brevas con arequipe,
hojuelas y buñuelos.
Sobre las muchas mesas había docenas de botellas de champaña y
cuando empezaron a destaparlas los meseros, los guardaespaldas de alertaron y
los invitados gritaron y se rieron. Y el patrón recordó el camionado de Años
Viejos que había comprado en la carretera para quemarlos a la media noche.
Con un gesto de director hizo silenciar la orquesta.
Dónde anda Carelindo el Justiciero. Díganle que haga bajar del
camión a todos los enemigos que los vamos a ajusticiar apenas den las doce.
Alias Carelindo, con esa cicatriz que le atraviesa el rostro,
atravesó el patio que servía de comedor, rumbo al parqueadero, seguido de una
veintena de muchachos voluntarios.
Al poco rato regresó con la notica de que: Faltan Cinco Pa´las Doce
y los reos ya estaban frente al paredón.
Queridos amigos de mi alma. Gritó el dueño de la fiesta ya medio
borracho. Acompáñenme allí a la manga. Vamos a quemar a todos nuestros
enemigos. Y al llegar, fue presentando uno a uno todos sus muñecos:
Aquí tienen a Mister Bush y al jefe de la DEA. Este es Álvaro Uribe
y este el General Naranjo. Y siguió
enumerando a otros entre los que destacaban los capos del Cartel contrario, los
guerrilleros que no se les tranzaron y los paracos que les hicieron rancho
aparte.
Y antes de que dieran las doce campanadas en la emisora que estaban
escuchando, dio la orden de que encendieran la fogata donde en medio de
truenos, tacos, papeletas, buscaniguas, gargantillas, voladores y luces de
bengala, ardieron sus imaginarios enemigos. Mientras tanto sus imaginarios
amigos, poco acostumbrados a lo bueno, ya bebía aguardiente y vaciaban sus
revólveres, pistolas y metralletas, contra los condenados y contra el cielo,
que a ellos también los había condenado.
IV
Doña Aurora, estrenando delantal bordado a mano, entraba a la cocina
y daba órdenes respecto del asado, iba hasta el jardín llevando bandejas de
natilla y de buñuelos para los parientes mayores, invitaba a los niños para que
fueran hasta el comedor a servirse ellos mismos de las bandejas que allí en la
mesa había dispuesto, bajaba al lavadero que quedaba en el subterráneo y
verificaba que estuvieran lavando
correctamente el menudo para hacer la morcilla y el intestino delgado para los
chorizos, - echenle agua con bicarbonato para desinfectarlo y harta albahaca
para que tenga buen aroma, - pídanle a uno de los muchachos que les preste el
inflador de la bicicleta para que inflen las tripas para los chorizos y las
ponen a secar al humo, - regresaba a la terraza junto al jardín a supervisar la
fritada de los chicharrones y - que no los vayan a pasar a los invitados sin
arepas y menos aun si están frías, que se fijen bien en eso las de la cocina, ordenaba
a niños y sirvientas, recoger los vasos vacíos, lavarlos y ofrecer cerveza y
gaseosas para todos, - y pongan más botellas a enfriar en la nevera para que
luego las encuentren listas, regañaba a
los chiquitos que ponían aun en el tocadiscos villancicos y les pedía que
dejaran a los grandecitos poner música parrandera, pues la novena del Niño Dios
ya se había terminado y hoy estábamos celebrando el año viejo, que toquen por
primera vez en el día: La Víspera de Año Nuevo, de Guillermo Buitrago, luego
hay que bailar: Yo No Olvido al Año Viejo, porque me ha dejado cosas muy
buenas, - dejen para por la noche: Faltan
Cinco Pa´las Doce… llamó a los tíos y una recua de sobrinos para que elevaban
globos y que se no embadurnaran las manos con petróleo y parafina al hacer las
candilejas…, desde lejos se escuchaba el griterío: no lo suelten todavía que no
ha cogido fuerza, enderécenlo de la derecha que se va a quemar, cuidado que si
se quema y cae en el techo se puede quemar la casa, no le pongan mucho sebo
pues al quemarse gotea encendido y va y les cae en los ojos. - en las casas
vecinas cómo suenan papeletas, tacos y voladores, en la nuestra eso está
prohibido, es muy peligroso, y qué delicia aquí, todos: comiendo, cantando,
charlando o jugando, - mijitos vengan, llévenle a los vecinos esto platos de
natilla y buñuelos, y unos pedazos de morcilla con arepas, los entregan
cortésmente con la siguiente razón: Misia fulana: que ahí le manda mu mamá este
bocadito, que no le quedó tan buena como el año pasado pero que es con mucho
cariño.
Y los mayores, en la última pieza y a escondidas de mi papá y mi
mamá, armábamos, con un pantalón viejo, roto y manchado, y una camisa de igual
suerte, un Muñeco de Año Viejo disque
para quemarlo a media noche.
No duró mucho el entretenimiento, pues alguno de los chiquitos fue a
sapierle a mi mamá, o tal vez ella extrañó nuestra ausencia del jolgorio, fue a
buscarnos y nos encontró en medio de la faena y de los planes para escabullirnos
en la noche a quemar nuestro Año Viejo.
Qué están haciendo ustedes ahí tan escondidos, están buscando que se
entere su papá y venga a sacarles de las nalgas a correazos ese vendito Muñeco
de Año Viejo, dejen esos enguandos y regresen a la sala juiciositos si no
quieren que la fiesta acabe en una pela general y los mande para la cama
tempranito, recuerden que el que juega con candela termina quemado o se orina
en la cama, no faltaba más que los hijos de Horacio Montoya terminaran tirando
pólvora y quemando muñecos como si fueran muchachos callejeros, upa pues
rapidito.
V
Veintiocho de diciembre, por fin salimos de paseo.
Menos mal desde ayer cambié el aceite al carro y lo tanquié.
Terminamos de sacar las maletas, los suéteres, las cachuchas, el balón, los
ifon, ipad, los celulares y los regalos para los parientes. Ya si quiera
pasaron de moda los transistores, los casetes, los CD y los fiambres. Ahora
cada uno oye su música sin pelearse por lo quiere oír el otro, y lleva en su
termo el té o el agua que le gusta, y como ya están grandecitos no se pelean
por la ventanilla.
Es una delicia el carro en silencio, unos juegan con el ipad, otros
con el ifon y otros chateando con los amigos, Mariana manejando y yo panorando
el contempama, eso es la verdadera postal de una familia feliz e integrada,
integrada a la electrónica, conectada al mundo virtual y desconectada de esta
triste realidad que nos rodea.
Qué azul tan azul el del firmamento decembrino… qué verdes tan
variados tienen las montañas de diciembre y las de enero… qué soledad tan
pacifica la que se siente arriba en las montañas cuando estamos cerca de que se
termine el año. Qué gente tan bruta para manejar ésta que sólo sale a carretera
en vacaciones de fin de año… no viste cómo se me atravesó ese loco. Ese loco no,
ese criminal, ese Hijo de Puta. Y le apuesto cien mil pesos a que va borracho
el desgraciado.
Y al bajar a tierra caliente a las entradas y salidas de los
pueblos, esas hileras de Años Viejos. Es un desborde de creatividad el de las
gentes comunes y corrientes. Porque eso sí, las gentes que son poco comunes y
nada corrientes no tiene creatividad, ellas tienen estilo.
Hacen tan bien a esos muñecos que tienen a la venta, para quemarlos
en las fiestas de Año Nuevo, que a la velocidad del carro los reconozco a casi
todos. No falta: Fidel Castro y el Che Guevara, el policía que debe ser el
General Naranjo, Hugo Chávez es inconfundible y muy quemable. Álvaro Uribe
aunque bajito se reconoce a gritos, El Pobre Juan Manuel Santos y su enorme
nariz de mentiroso. En cada venta de muñecos para quemar como Años Viejos se
encuentra todo un frente guerrillero: Tirofijo y su toalla, Reyes con su
cachuchita y sus computadores, El Mono Jojoy con su barriga y su boina, Piedad
Córdova con su turbante y…, (no sé porqué la metí entre estos compañeros y
compañeras. Debió ser un lapsus lenguae). También se distinguía a Ingrid
Betancourt, con su cara de ex senadora, Ex candidata, ex secuestrada, ex colombiana
y ex cualida y sombría.
Y seguimos el desfile de cerros, carros, buses y camiones, pueblitos
pintorescos, restaurantes de carretera, con un enorme surtido de tamales,
achiras, buñuelos y lechonas, y ventas y más ventas de muñecos para quemar en
noche Vieja.
Mariana, sigue manejando, los hijos ya se durmieron y yo sigo
panorando el contemplama… aunque ya un poco mareado.
VI
Ve, y ustedes qué van a hacer el 31.
Pues hasta ahora no tenemos planeado nada. Será lo de siempre,
quedarnos aquí solitos en la casa, esperando el año nuevo y a media noche
tomarnos una aguasalita con arepita migada, pues con esta edad, a nosotros todo
nos cae mal.
De pronto vienen mis tres hijos con las señoras y los doce nietos y
a lo mejor conviden a algunos de los tíos y de los cuñados, que son tan
animados.
Por sí las moscas, tengo dos perniles de cerdo ya adobados para
meter a horno y compré dos kilos de jamón ahumado, unos perniles de pavo,
cávanos, unas salchichas alemanas y unos chorizos españoles. También compré
unas manzanas y unas ciruelas para hacer una salsitas, y verduras y frutas para
unas ensaladas.
Por si aparecen, que nos es seguro porque no han confirmado nada,
tengo unas papas ya lavadas y listas para alzar al fogón y eso con una
mayonesita y un queso crema me sirve de guarnición.
Si es que llegan, a los niños les tenemos chocolates, confites,
hojuelas, buñuelos, natilla y manjar blanco, que les encanta. Hay que estar
preparados porque a lo mejor se aparecen con amiguitos que nunca faltan.
Claro que no es mucha cosa, pues si vienen, ellos son muy queridos y
nunca llegan con las manos vacías. Traen que si lechona, que tamales para el
desayuno, que unos cuantos pollos y una pesuña para el sancocho de mañana que
es el desenguayabe. Al hijo mayor como no le gusta el guaro, ese se trae unas
tres cajas de cerveza y unas cuatro gruesas de globos y eso sí, pólvora a la
lata, porque, que hombre pa´gustarle el ruido y la música parrandera.
Éste, dijo, señalando al marido que estaba sentado en una silla
mecedora, ya tiene en la nevera media docena de botellas de champaña y unas
cuantas de vino. Y en la despensa encaletó una caja de aguardiente y media de
ron, pues a las mujeres les gusta más el ron con Coca-Cola. Yo si como no puedo
tomar nada, porque me hace daño para el hígado, me tomaré si acaso una copita
de sabajón y eso por tener con que brindar a las doce.
Los de la casa de la hermana de mi marido dijeron que no nos
preocupáramos, que ellos traían el Año Viejo, ya hecho y llenito de pólvora.
Que les quedó lo más de charro, disque igualito al Procurador. Ellos como lo
odian tanto porque no quiere a los maricas y a los arrejuntados. Yo si mi´ja,
si se lanza para presidente, voto por él pues eso es lo que le hace falta a
este país: volver a creer el dios y cumplir los mandamientos. Ordoñez en vez de
meterse de funcionario público, lo hubieran nombrado obispo, aunque fuera en
Armenia Mantequilla, A mí él me recuerda tanto a un fraile antiguo muy piadoso
llamado Savonarola. Dios lo tenga en su salto reino. Pues él fue el que se
inventó eso de las quemas de los muñecos, claro que el quemaba era gente:
Brujas, putas y maricas.
La hija menor me llamó para que desempolvara las maletas viejas y
que se las tuviera listicas para salir a media noche a darle la vuelta a la
manzana, porque los que es ella, el año entrante se va para Miami.
Bueno, se me olvidaba, también le tengo a cada uno sus doce uvas
para cuando den las doce campanadas. Su paquetico de lentejas para que se echen
al bolcillo y el año entrante tengan harta abundancia. A todas estas, de dónde
saldría la creencia que las lentejas traen abundancia. No dicen pues que los
presos, los secuestrados y los guerrilleros lo único que comen son lentejas con
arroz.
Ya regué por toda la casa varitas de sahumerios para encender, sale
de la suerte y perfumes orientales para espantar los males y atraer la buena
suerte y en los baños puse jabones para lavar las malas energías.
Bueno mi´ja, será hasta luego, yo me entro pues todavía me falta
preparar unas cositas y va y comienzan a llegar y me encuentran sin arreglarme.
Por si no nos volvemos a ver hasta el año entran, te deseo un Feliz Año.
A dios pues querida. Feliz Año.
VII
Treintaiuno de diciembre. Salieron desde antes del medio día para
tener tiempo de dar aun saludito de fin de año a todos los amigos y familiares
regados por toda la ciudad. Los niños llevan los regalos del niño dios y los
estrenes, para presumir con todos los primos y amigos. El carro estaba repleto
de chécheres y algunos paqueticos de golosinas que la mamá llevaba de obsequio
a cada familia.
Si, no importa llegar de visita tan temprano, pero es que más tarde
las calles se vuelven imposibles de transitar con tanta gente que sale a hacer
compras de última hora o para asistir a las fiestas donde son invitados. Es
mejor llegar temprano y no quedarse atrapado en algún atasco de tráfico en
estas calles llenas de locos que tiran pólvora como si estuviéramos en la
guerra de Siria.
Y que pasó, por qué se detiene el tráfico si no hay semáforo.
Es un reten de los muchachos.
Cómo así, se metió la guerrilla a la ciudad.
No, tan boba. Los muchachos que detienen los carros y así pedir
plata para comprar pólvora para echarle a los muñecos de Año Viejo que van a
quemar ésta noche.
Qué locura. Cuándo será que nos civilizamos y dejamos de ser indios.
Los indios no echan pólvora, los que inventaron la pólvora fueron
los Chinos y los que nos la trajeron fueron los Españoles y a los que más les
gusta y la distribuyen son los gringos con sus guerras.
Bueno, lo que sea, eso de tirar pólvora es una barbaridad que no se
debería permitir.
Y antes de terminar la frase, por las cuatro ventanillas del carro
se asomaba una docena de cabezas de muchachos pidiendo plata para comprar
pólvora para el muñeco que otros exhibían en el andén de una casa.
Con el terror reflejado en el rostro, la señora que iba de copiloto
abrió su cartera y cuidándose de no ir a dar papaya para que se la arrebataran,
sacó un billete y se lo entregó al más grande de los muchachos mientras les
decía a los demás: ya les dimos, ya les dimos, repártanselo entre todos y le
gritaba a sus hijos, cierren todas las ventanillas suban los vidrios que les
puede quitar sus cositas.
No avanzaron cuatro calles cuando un nuevo grupo de muchachos
extendía un lazo de lada a lado de la calle, para impedir que el carro siguiera
sin pagar el consabido peaje para el sacrificio del Año Viejo.
Un nuevo sobresalto, un nuevo billete y… pero no se tiren encima del
carro que me lo rayan y está nuevecito. Niños está bien que pidan pero con
decencia, yo no soy su Cucha, ni su mamacita, ni su amorcito, respeten
culicagados y déjenos pasar… Y mientras más se demoraba en sacar el billete,
más muchachos se arremolinaban por todas partes del carro.
Maldita sea mi suerte, si hubiera sabido que esto iba a pasar rompo
la alcancía de los niños para repartirles las monedas. Ya se me acabaron los
billetes de mil y de dos mil y sigue la pedidera. Cual pedidera esto es un
atraco.
Mi´jo coja por otras calles, usted por qué se viene por estos
extramuros tan peligrosos.
Pues porque por aquí es donde vive su familia Mi´ja.
Después de cuatro peajes llegaron a la casa de la suegra, tres más y
pudieron llegar donde la tía Consuelo y allí dejaron los regalitos para los
primos Arango que viven en la comuna trece, pues ese barrio no tiene arrimadero
o mejor si se meten allá no los sacan ni con el ejército y la policía.
A las siete de la noche lograron regresar a su apartamento en el
condominio estrato seis del Barrio Palacios de Versalles. Pasaron revista para
verificar que la familia seguía aun competa, que no faltara ninguno de los
aguinaldos, que el carro no estuviera muy estropeado como para reclamo de
pérdida total a la aseguradora y que en la billeteras vacías no faltaran: las
cedulas de ciudadanía, los pases de conducir y las tarjetas de crédito.
Ya más tarde, después de haberse dado una ducha y con copas de
champaña en las manos, miraban desde la terraza cómo estallaba la ciudad en
estruendos y estallidos de pólvora y luces de colores.
VIII
Bueno, tengo que confesar que en nuestra casa no hemos sido buenos
guardianes de tradiciones, rituales y ceremonias, pero tratándose de navidad y
año nuevo, no nos podemos eximir de algún detalle que nos marque el cambio del
tiempo. Del tiempo rutinario del trabajo, al tiempo sagrado, festivo, mítico
que nos hace comunidad con otros seres vivos, familiares, vecinos o con
ancestros ya idos, a los que en el recuerdo traemos en esos momentos al
presente.
Tuvimos la oportunidad de estar juntos con los hijos y sus actuales
parejas.
Enfriamos una botella de vino, teníamos en la nevera una bandeja con
una natilla que Mariana preparó y que yo ayudé a mecer y mecer hasta que dio el
punto.
En el horno un delicioso asado de cerdo con receta especial para la
ocasión. Una ensalada con algunos aditamentos sorpresa y uno de los postres más
exitosos de la familia.
Intercambiamos regalos y uno de los regalos, muy original por
cierto, fue un pequeño muñeco de trapo que imitaba los grandes Muñecos de Año
Viejo. Venía en su bolsa de papel con un instructivo para la ceremonia en que
debía ser protagonista. Traía en un pequeño frasco en combustible necesario
para la pequeña pira funeraria, un poco de viruta de madera para ayudar al
sacrificio y la recomendación de que antes de encender la hoguera escribiéramos
en un papel y en secreto, todas aquellas cosas negativas que nos reconocíamos y
que deseábamos abandonar en el futuro. También deberíamos escribir todo aquello
por lo que deberíamos dar gracias.
Muy juiciosamente seguimos el instructivo y luego de agregar al
combustible nuestros pequeños mensajes con los buenos propósitos y nuestro
agradecimiento, le prendimos fuego al Año Viejo y cuando termino de quemarse,
también terminaron las doce campanadas con el último segundo de 2013, nos
abrazamos, nos felicitamos y nos deseamos lo mejor antes de irnos a dormir
escuchando a lo lejos los petardos de la cuidad que seguía aún despierta.
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS LOS QUE FUERON CAPACES DE LEER ESTOS
CUENTOS.
León M.N. Enero 6 de 2014.
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