AMO MI FIRMAMENTO
Amo este lago que hay arriba y es mi techo, porque cuando estoy en lo alto
de los cerros, sé que he bajado a sus profundidades. Y lo amo no porque en él
se expandan los estruendos de la guerra, sino porque hacia él apuntan las
miradas de los niños que vuelan detrás de mariposas. Y hacia allí va la
ensoñación de los enamorados, y el
cristal de la lágrima que rueda entre arrugas desde la ventana. Y la neblina
que forma hilos o trazos como de tiza sobre su cerúlea pizarra. Cada que yo
ocioso lo deso, me regalan las nubes: caballitos que galopan, osos, cabritos y
príncipes y hadas.
Y lo amo no porque sea mío, que lo es, y enteramente mío, sino porque lo
cruzan las garzas como barcos que migran sin saber a dónde, como siempre lo han
hecho los exploradores. Llenos de fe en que hallarán tesoros y países de
encanto y bailarinas y viandas y licores que perfuman las noches, en las que se
escudan los poetas y cantores amantes, esperando ser escuchados sólo por su
amada.
Lo amo no por ser el depósito del esmog que expelen los aviones bombarderos
y las chatarras de autos empujadas por mala gasolina, o porque sea la vía que
me trae chirrido de sirenas. No, no es por eso. Es que cuando estoy en la
colina, en sus olas, en las crestas de sus olas me llega rumor de caracolas y
un coro de ninfas y los reclamos de amor de las ballenas.
Amo que el viento me acaricie, no por su olor a pólvora y metralla. No
porque haya visitado socavones oscuros y sacado de allí gases mortales. Lo amo
por pícaro y astuto, que va recorriendo parques y jardines y se enreda entre faldas,
pañuelos y entre trenzas y a todas les roba sus perfumes.
Amo ese lago oscuro que es la noche con chal de lentejuelas, que a veces cruzan ráfagas de
fuego. No del fuego que vomitan los cañones, ni los rifles, ni las bombas
incendiarias. Es el fuego de dioses generosos que nos regalan la chispa de la hoguera. Amo la
noche que cobija a los sin techo y no la horrible lluvia que moja sus cartones
y tampoco las promesas vanas de quienes se hacen elegir ofreciendo una ilusión
de hogar a quienes sueñan que les harán respetar ese derecho.
Amo la soledad de los acantilados, no porque hayan sido la tumba de muchos desaparecidos,
el despeñadero donde se arrojó a un rival político o la cripta que oculta un alevoso
crimen. Los amo porque su silencio hace que sean como ermitas; me llevan a la
meditación, hacia mi madre ida y hacia el callado trabajo de mi padre.
Amo la radio que llena las casas, las cantinas, las calles con bambucos,
con tangos, con boleros, con rocanrol y salsa y con bachata. No la de los
noticieros, recuentos de crímenes, sobornos, corrupción, mentiras, abusos,
tropelías.
Amo las plazas repletas de paisanos en días de mercado y en las ferias, con
cantos, con pregones vendedores, con gritos infantiles. No con arengas y
promesas de oportunistas mesías que hoy llegan y no vuelven, no escuchan,
prometen y se olvidan.
Amo las mañanas de lunes con una fila de niños con cuadernos que van hacia
la escuela y también amo los recreos. Sobre todo aquellos que no son
interrumpidos con el estallido de los cilindros bomba que lanzan los que disque
van a liberar al pueblo.
Amos los cafetales con cosechadores y con chapoleras, y el retozar de
algunos de ellos que se enamoran y siembran los hijos a la sombra de guamos, nogales
y algarrobos. Amo a sus hijos universitarios, artesanos, músicos y deportistas,
no a los que solapadamente los reclutan como guerrilleros rasos, como mulas,
como prostitutas.
Amo la neblina, las fuentes de agua, los arroyos, las lagunas y los ríos. Los
amos porque llevan vida a todas partes donde los conducen los canales, las
acequias, los pozos, los aljibes. Su generosidad es infinita y choca con la
indolencia de funcionarios públicos que no dejan que el agua ruede hasta la
casa del sediento. Con la avaricia del minero y del agricultor que contamina.
Con la torpeza del ingeniero o constructor que deseca los pantanos y los
humedales. Amo del agua, que se resiste a que la contengan, se derrama, rebosa
las represas y quiere llegar a todos, pues a todos es que pertenece.
Amo que un día, espero no lejano, esa pertenencia sea una verdad de a puño,
una real certeza para todos.
León M.N. Enero 2014.
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