PAISAJE EN ORO
Destacan en el paisaje
y para mí, los troncos viejos.
Viven en ellos los
colores del suelo:
Los pardos,
cenicientos y plomizos.
Los terracota, los
ladillos que recuerdan tapias.
Los tabaco y los sepia
que se doran con el sol
Y se expresan en crujidos
a la sombra.
Algunos troncos se
retuercen cuando ascienden
Es una danza de ellos
en honor al sol que los abraza.
Los viejos arboles
abren los brazos
Como los abuelos en
las mañanas de domingo.
Y toman de ellos sus
posturas lentas y cansadas
Se apoyan como ellos
en bastones.
Llora mi mirar frente
los derribados por el hacha
Y respetuoso me
inclino ante los tumbados por el viento.
Extasío mis ojos entre
su arrugada corteza
Que abre en profundas
grietas su duramen
Ungidas por resinas,
mieles, gomas y cristales aromados
Que me regala como
condensación de amor y de sapiencia.
Me gusta descubrir
algunos que en hondonadas yacen
Cubiertos de una selva
de musgos y de líquenes.
Les brotan como
crestas coloridas y los recorren las babosas.
A la intemperie van
pudiéndose y son pasto de las hermosas flores.
Abiertas sus cascaras
nos muestran colonias microscópicas de vida:
Ciempiés, escarabajos
y ranitas, y una que otra anillada serpiente.
Algunos a la vera de
caminos pedregosos
Desnudan de limo o
rocas sus raíces
Parecen camina, querer subir
la sombreada cuesta
Para mirar desde lo
alto el fuego de los arreboles
Cuando en sus extendidas
ramas se posan golondrinas
Que migran con la luz
que incendia el horizonte.
Son bellos sus
colores, sus nudosos y arrugados troncos,
Las jorobas que les
forma el peso de su savia,
Su corteza escamosa
como libro de antiguo pergamino.
Bellos como los
ancianos cobijados por el sol en la banqueta.
Sabios como el mirar
atento y callado de los viejos.
Pacientes como el
rítmico mecerse de la silla junto a la ventana.
León M.N. V 2013.
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