Espera un poco impaciente danzarina
yo hago composición del escenario.
A la izquierda la suave colina del verde
nuevo que tienen los retoños.
Lenta desciende al valle atravesado en
eses por el río.
Allí pasean con parsimonia y dando
picotazos
los gansos bancos, el gallo, las
gallinas, los polluelos.
Y cosechando semillas en las espigas del
maduro pasto
una bandada de canarios verdes y
amarillos.
Detrás del río: sementeras, cafetales.
Y a lo lejos la cordillera azul y verde
azul
muestra algunas heridas de caminos.
Y queriendo dormirse sobre ella
el sol dorado lanza al firmamento
pinceladas, de luces fucsia, rosadas,
solferinas
sobre hilas de nubes que lentas giran
sobre sí
se estiran y mudan de matices según el
sol declina.
Corriendo, girando, como queriendo
atrapar
el último destello de la tarde,
los brazos abiertos buscando abrazar el
universo.
sales a escena cantando: tralala, lala,
lala…
Tu falda amplia estampada en flores
flota en el viento mientras desciendes la
colina.
Junto a tu blusa que también flotaba, la
olvidas sobre el pasto
al pie del encaje de tus pequeñas
pantaletas blancas.
Rápida, alegre, te acuestas sobre el
dorado espejo
que ha pintado el sol sobre el remanso
y como diosa flotas dorada igual que el
agua que te besa.
Florecen como lotos tus senos sobre el
agua
y tu rubia cabellera se expande y también
flota.
Escurriendo de tu pelo con las manos:
rubíes, perlas y diamantes
llegas a mi lado y abrazando el
firmamento
que ya se puebla de luceros
muy junto a mí, húmeda y sonriendo yaces.
La luna pintó de plata dos cuerpos
enlazados.
Mis manos recorriendo el nácar de tu
piel.
Con igual ritmo que en la tarde con la
azada
Busqué tu bosque de musgos compañera.
Te sembré un hijo, y jadeante
se estremeció tu vientre y nuevamente te
besé.
León Sep. 2012.
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