MEDITACIÓN
Dedico esta meditación
A quien la ha suscitado:
A Elí, mi hermano.
Al menos mi pobreza es
grande.
Tengo pobreza para dar
y convidar.
Es tan grande mi
pobreza,
Que para darle la
vuelta necesito
Trescientos sesenta y
cinco días.
Un año.
Y eso que a diario la
camino.
Y, caminando al lado
de mi pobreza
Me he encontrados
cosas.
Cosas que ya quisieran
poseer
Los desprovistos de
pobreza.
Encontré por ejemplo:
Tiempo.
Tempo nuevecito, sin
usar.
De ese que se necesita
Para quedarse tumbado
Sobre el pasto
Y a la sombra del
puente
Ver cómo juega el sol
Saltando en el agua
del arroyo.
Encontré:
Ecos.
Ecos vacíos.
Sin voces que los
ocuparan.
No obligados a rebotar
y retornar
Siete y hasta siete
veces siete.
Mejor dicho: encontré
el silencio
Que es como estar desnudo
Y frente a dios.
Para que él nos mire
el alma,
Y nos haga el examen
aquel
De los talentos.
A mí no tendrá nada
que decirme.
Pues yo no cogí ni
cinco,
Ni cuatro, ni dos, ni uno.
Yo siempre he caminado
Al lado de mi pobreza
sin talento
Y sin talante.
También encontré:
La luz.
La luz pura sin
estrenar, sin manchas.
De la que aun no se ha
reflejado en nada.
En qué se iba a
reflejar
Si nada había tenido.
Ahora tengo:
Silencio, tiempo y
luz.
El silencio que
encontré me sirve
Para pensar, y
conversar conmigo.
El tiempo para escribir
Lo que he pensado.
Y la luz para alumbrarme
Cuando escribo.
León M.N. Agosto de 2013.
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