LIGIA
A ratos pareces como si no te hubieras
ido.
Son
aquellos momentos cuando mi mirada se encuentra con la tuya,
Y tus ojos me sonríen con una alegría que
te brota del recuerdo.
En otros momentos, sobre todo en aquellos
en que tú mirar no se detiene.
Cuando no se refleja en otros ojos
conocidos,
Te veo ausente y sólo tu belleza flota en
esa bruma que difumina los retratos.
Te confías a la mano que te tienden.
A veces un poco sorprendida, inquieta,
pero te confías.
Miras en derredor y, como siempre,
descubres el desorden, lo mal puesto.
Y entonces parece que retornas, mamá, ama
de casa.
Colocas en posición los cubiertos en la
mesa y a todos nos ofreces servilletas.
Cierras los cajones medio abiertos y con
primor doblas la ropa abandonada.
Sentada en el sofá eres señora que atiende
la visita.
Cuando con tu mano peinas al perro que
reclama tus caricias
Te invade la dulzura y siento que te
evades en busca de tus hijos
Y estoy seguro que los imaginas niños aun,
Y por entre un jardín medio oculto en
diáfana neblina
Te vas a buscarlos y al instante te
extravías.
León M.N.
agosto de 2013.
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