jueves, 8 de agosto de 2013




LIGIA

A ratos pareces como si no te hubieras ido.
Son  aquellos momentos cuando mi mirada se encuentra con la tuya,
Y tus ojos me sonríen con una alegría que te brota del recuerdo.

En otros momentos, sobre todo en aquellos en que tú mirar no se detiene.
Cuando no se refleja en otros ojos conocidos,
Te veo ausente y sólo tu belleza flota en esa bruma que difumina los retratos.

Te confías a la mano que te tienden.
A veces un poco sorprendida, inquieta, pero te confías.
Miras en derredor y, como siempre, descubres el desorden, lo mal puesto.

Y entonces parece que retornas, mamá, ama de casa.
Colocas en posición los cubiertos en la mesa y a todos nos ofreces servilletas.
Cierras los cajones medio abiertos y con primor doblas la ropa abandonada.

Sentada en el sofá eres señora que atiende la visita.
Cuando con tu mano peinas al perro que reclama tus caricias
Te invade la dulzura y siento que te evades en busca de tus hijos

Y estoy seguro que los imaginas niños aun,
Y por entre un jardín medio oculto en diáfana neblina
Te vas a buscarlos y al instante te extravías.

León M.N. agosto de 2013.

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