AÑO
DE 1900 Y PICO.
Se
inician en Armenia Mantequilla, las preliminares al interior de ocho partidos
políticos, con el fin de escoger sus candidatos para la próxima elección de
alcalde.
Crece
la efervescencia partidista, el entusiasmo y el delirio electoral.
De
todas las ventanas cuelgan los trapos de los diferentes paridos. Perdón por lo
de trapos, corrijo: se enarbolan las banderas.
En
mi partido todos queremos participar. Para asistir a la convención nos pusimos
ropa dominguera y los más pudientes hasta estrenaron camisa y calzoncillos. Muy
precavidos pues a la hora de las reuniones políticas uno nunca sabe dónde y
delante de quién le va a tocar bajarse los calzones. Y que a uno lo vean con
calzones abajo es una cosa, pero otra muy distinta, es con calzoncillos rotos.
No
había quién recibiera la invitación a un tinto, todos queríamos pagar y de esa
manera incentivar cada quien su candidatura.
Lo
mismo ocurría en las toldas de los otro siete paridos de la oposición.
Las
calles estaban vacías pues en las sedes partidistas estaban reunidos los
ochocientos trece electores y sus hijos.
Solo
estaban abiertos al público los tres cafés del pueblo, cada uno vigilado por un
policía para que se respetara la ley seca.
Por
las calles desérticas subía y bajaba el bobo del pueblo con bandejas de
pocillos para tinto y termos, gritando: Por qué más bien no se juntan y así los
puedo atender más fácil.
Era
el único que predicaba la unión. Todos los demás electores creían a pié
juntillas que le ganarían a sus contrincantes.
Por
la emisora del pueblo se escucha el Himno Nacional, el de Antioquia, el de
Armenia Mantequilla, el de la Herradura. El de la Loma y el de Paloblanco. El
locutor interrumpe de vez en cuando para pasar unas pautas publicitarias de Cootrasana
y de la Tienda del Pobre Evelio, y entre himno e himno, grita: ¡Viva la
democracia!
A
las cuatro de la tarde, como por arte de magia, quedan empapelados todas las
paredes, todos los postes de la luz y las tapias que rodean los solares, con
las pancartas de los ocho candidatos a la alcaldía.
No
se asusten, eso es obra de la tecnología. Una vez terminado el escrutinio en
cada partido; vía e.mail se trasmitió a la capital la orden de imprimir los
carteles, volantes, pasacalles, botones y demás artículos de propaganda, con la
foto de cada candidato. De esa manera los pudieron enviar en el bus de las doce
y llegaron a las tres y media a envolver
el pueblo en el más colorido carnaval de democracia.
Salieron
los ciento y pico electores de cada partido con su arsenal de papelitos para
tratar de convencer a sus vecinos de olvidarse de su candidato y que votaran
por el de ellos:
Que
el candidato de nosotros va dar mercados cada ocho días durante todo su mandato,
a los que vote por él.
Que
el de nosotros va a traer una sucursal de la Universidad de Antioquia con 19
carreras, 5 especializaciones y 3 doctorados, para que estudien lo que quieran
los 25 bachilleres del pueblo. Ah y eso no es todo… Gratis. ¿Cómo le quedó el
ojo?
El
candidato del partido Verdeazul, ya tiene listo y financiado por el Reino de
Madagascar del Sur, una escalera eléctrica para subir a Mojones. No es si no
que se posesiones nuestro candidato para que empiecen las obras.
Eso
no es nada, el candidato del partido Moradito, ya tiene la plata para el Teleférico
hasta Cangrejo y está en conversas, con los alcaldes de ahí pa´bajo hasta
Barranquilla, y entre todos van a pavimentar el Río Cauca y así poder llegar en
carro hasta la costa, sin pasar por Medellín.
Y
dice un paisano recién llegado de la capital con su grado de Administrador de
Empresas: Nosotros gobernaremos a Armenia La Más Educada y por eso le vamos a
regalar un Campero último modelo a cada estudiante que se matricules, para que
pueda llegar tranquilo a clase. El parqueadero para todos los carros va a
quedar detrás de la Casa de la Cultura y lo va a administrar, mi´apá.
Los
del partido Amarillo Pollito, que no hay que confundirlo con el Polo, tiene la
propuesta de establecer relaciones imperecederas, irrefutables e indeclinables
con la República de Petrozuela y construirá un oleoducto de aquí a Paracas,
para que de esa forma nos llegue directico el combustible y poder exportarlo a:
Amagá, Angelópolis, Titiribí, Concordia, Betulia, Ansá, y todo el Suroeste. Con
las utilidades de ese negocio se hará el aeropuerto de la Volcana, para sacar
todos los días tempranito, en avión, la leche que se le va a vender a Colanta.
Y
así siguieron los 10 mese de campaña electoral. Se agotaron las gallinas en los
solares de tanto sancocho electorero. No se encontraba un solo marrano ni para
un remedio, de tantas marranadas a las que fuimos invitados los de aquí, los de
allí y los de más allá.
Las
sirvientas de las casas renunciaron, pues ya no daban a vasto de tanto hacer
tinto para las reuniones de los copartidarios.
A
la iglesia no volvieron sino los candidatos a hacer la novena a la Patrona de
los Imposibles, los demás parroquianos, dizque estaban en correrías, en
comisiones, en brigadas o pegando carteles.
Por
fin al día siguiente de las elecciones, cuando ya quedó elegido el que ganó, la
vida volvió a su curso normal. Los finqueros a seguir mandando los piones para
las fincas y pagando el vale los domingos. Los trabajadores a seguir buscando
trabajo. Los comerciantes a escondérsele a los vendedores viajeros de
cacharros. Los vagos a seguir vagando. El párroco a hacerle propaganda al Altar
de San Isidro y yo a tomarme mis guaros en el
Café de la Esquina, pues por fin se acabó la Ley Seca.
León
M.N. Marzo de 2013.
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