TANGO.
Surge en la noche cual de oscura cortina.
De satín negro brilla su piel
aprisiona el relieve de músculos expertos.
Cinco gotas de sangre
adheridas a sus dedos resbalan en su cuerpo
al ritmo que asciende su
mirada, y me ve.
Se acerca. Piernas pálidas
por las que mis ojos
serpentean
entre mayas oscuras como tatuando
un canto, inventando una caricia
prometiendo el amor.
Sobre su cuerpo
destellos, plata y escarlata.
Maúllan los violines y llora un bandoneón.
León Montoya
Naranjo.
Junio 2012.
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