jueves, 5 de febrero de 2015

TROPICALIAS.

Hoy poco antes de las seis de la mañana
y desde mi ventana:
Todo el espacio que abarcaba mi mirada
se fue tiñendo de amarillo claro,
como de fruta a punto de madurar
en amarillos verdaderos.

Y al momento maduró increíblemente
En dorados jugosos relucientes.
Dejamos de hacer lo que nos ocupaba.
Con los ojos sonrientes
paseamos la mirada en todas direcciones,
por las ventanas que en nuestra casa dan al occidente
y desde el balcón que mira hacia el oriente.

Qué increíble e indecible colorido,
mágico, celestial, palaciego diría yo, glorioso.
Era como una cortina de velos calmos
con esa luz que desprenden los jardines de los cuentos.
Era un revoloteo de polvillo de luciérnagas y mariposas
Como el abrazo tibio de hadas y de ángeles.

Y al distraernos en los afanes rutinarios,
un frío helado,
una cortina como de lluvia de ceniza.
Gris como rescoldo moribundo
en fogón de casa abandonada.
Un nimbo triste y envolvente.
Una garúa fría, pertinaz y lenta.
Y un silencio como día de velorio.


León M.N. Feb. 5 de 2015.

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