SOPA DE GUINEO VERDE
Floralia se llamaba
Y se encontraba muy a
gusto
Entre las macetas del
jardín
Y entre los surcos de
la huerta.
La vi regresar del
solar
Con su sombrero blanco
Y en el delantal a
modo de bolso
Colinos de cebolla y
tomates rojo vivo.
Flor lavó los frutos
de su huerta
Y dentro de una totuma
los dejó
Sobre la negra piedra
de moler:
Un bodegón en
claroscuro y perfumado.
Canturriando un
bambuco
Florita tomó el
cuchillo cachimocho.
Fue hasta el final del
corredor
Donde papá guindaba
los racimos.
A su paso acarició glocinias,
novios y geranios.
Eludió una pucha de
café
Que se secaba al sol
sobre una estera
Y desyerbó canastas
con claveles.
Hartones, dominicos,
murrapos y bananos.
Verdes, maduros y
pintones.
Cortó un gajo de
guineos verdes
Y estilando mancha se
los llevó hasta la cocina.
Sobre el chorro de
agua los lavó y peló.
Es el secreto para no
mancharse.
Las manos de Florecita
siempre
Fueron blancas.
Ayudada por la pala de
la cuchara
A pellizquitos los
picó en otra totuma
Y los dejó al remojo,
Para que al hervirlos
no se amorataran.
En una olla de
aluminio reluciente
Vertió una cucharada
de manteca de marrano
Y mientras se
calentaba a fuego lento
Picó la cebolla y los
tomates.
El crepitar de la
manteca la apuraba
Entonces Florinda le
agregó lo ya picado.
Un pebetero de aromas
exquisitos
Fue la brillante olla
donde el guiso se cocía.
Luego agregó un caldo
de huesos
Que desde el día
anterior tenía reservado.
Añadió los guineos
pellizcados
Y unas papas capiras
en cuadritos bien partidas.
Puso la tapa a la olla
Y a fuego lento la
dejó sobre la estufa.
Y Florecida en una
silla mecedora
Esperó que calara despacito la sopa del
almuerzo.
León M.N. Junio de
2013.
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