SERÉ MI AMIGO
Se levantó y fue
hasta el espejo desmodorrándose y allí de frente a él se desnudo y observó
fijamente la huella de los años. Desde la posición en la que sus brazos
colgaban a ambos lados del tronco como ramas desgajadas los fue alzando describiendo
el más amplio círculo que pudo y saludo al sol que ya se retrataba como el
joven aquel en la superficie del espejo que había encontrado en la laguna.
Comenzó el recitar de mantras con los que
azotaba y expulsaba a sus demonios, mientras convocaba integrando las partes de
su yo desperdigadas, a ese nuevo ser que le dio por adquirir, por aceptar y con
quien había decidido hoy reconciliarse.
Y se escuchó tronante
como el sermón de la montaña pero con voz alegre y entusiasta:
Hágase en mi los
que los años quieran o lo que está predestinado a ser pero que nunca lo llaméis
despojos.
Que sean
bienvenidos mis despreciados y escondidos defectos que por tantos años han caminado a mi vera agazapados.
Fuera de mi
vista, de mi determinación y mis propósitos: mi afán de perfección, de
aceptación y de reconocimiento. Y los fue desparramando por el vertedero.
¡Arre! ¡Fuera!
Váyase al carajo y de por vida: Mi afán de mejorar y de cambiar y de volverme
santo, más digno que los demás, más bello e importante.
Vengan a mí,
tomados de la mano: Todos ustedes mis errores, mi falta de tino y discreción,
mis desaciertos. Los ridículos en que me sorprendí y en los que me
sorprendieron.
Que vuelvan a
maquillarme mis ruborizadas y a palidecer en mí: Mis sustos, mis temores junto
con mis miedos y mis cobardías.
Yo no soy nada,
ni nadie sin ustedes mis defectos. Ustedes me determinan, me definen. Están
pegados a mi ADN, son mi carné de identidad. Ustedes conforman e integran mi
ropero, el cofre de mis opacas joyas, mis alhajas y yo sin ellas estaré desnudo
o aun peor que eso, seré irreconocible.
Y ya que nos vamos reuniendo, no dejemos atrás mis tartamudeos, ni a mi falta de estilo y elegancia. Esperemos a que nos alcance mi cojera. Ya le fabriqué un bastón para que no caiga en el camino.
Que se acerquen
con la cara limpia mis mohines, mis tics, todas mis mañas. Si, también las
groseras, las desagradables, si, ustedes todas que hasta hoy fueron rechazadas.
Ahora entrarán conmigo a los convites y si no es así, pues no entraremos.
Saludaré de hoy
en adelante sin melindres. Con mi voz destemplada, chillona y carrasposa, esa
es la mía, no es la de Placido Domingo. No dejaré de contar mis chistes
preferidos, ni de referir las anécdotas que a mí me encantan. El que ya las
haya oído que no escuche y el que las quiera repetir que esté a m i lado.
Y así, de esa
manera siguió cantando destemplado, a voz en cuello, entusiasmado, chillón y
desacompasado. Se carcajeaba, bailaba y bendecía este día en que por fin se
encontró consigo mismo y yo mismo lo vi entrar al bosque y allí encontrar su
paraíso.
León M.N. Nov.
17 de 2014.
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